Por David Uriarte / 

Sinaloa puede estar hoy en los titulares de las noticias mundiales y mañana gozar de una calma y tranquilidad pueblerina parecida a la del siglo pasado.

Entre la potencial sorpresa de la violencia y el desarrollo tranquilo de las actividades políticas, sociales, económicas y educativas, hay temas urgentes para el gobierno y la sociedad sinaloense, uno de ellos es la relación con los trabajadores de la educación.

Los extremos generan desequilibrios, cuando se depositó el poder en las dirigencias sindicales, el gobierno accedió a las rutas de los procesos operativos y administrativos, en este nuevo régimen de gobierno, la administración de los procesos operativos del sistema educativo se retoma o redirecciona de manera unilateral sin la conciliación suficiente entre la parte laboral y sus representantes.

Otro tema urgente y sensible es la atención de la salud de los grupos vulnerables como los niños y los adultos mayores; prácticamente el tema de la pandemia está superado en su fase aguda y letal, pero están apareciendo los verdaderos problemas de la salud pública en Sinaloa: mientras la nómina y los insumos estén centralizados, las unidades de atención médica primaria y los hospitales seguirán en manos de la burocracia federal, y el destino de los enfermos locales será su cronicidad o sus complicaciones que eventualmente los pueden llevar a la muerte.

Los feminicidios o su repunte, es un tema por demás sensible, no se trata de aritmética o de números, se trata de vidas humanas, de mujeres que sucumben de manera artera e indescriptible por sus parejas sentimentales; el grado de maldad extremo se manifiesta en la forma despiadada de cometer el crimen por hombres que usan y abusan de su condición física, potencializada por las sustancias químicas de origen natural o sintéticas, que los desconectan de la realidad social y los convierten en verdaderos monstruos.

Sin duda la producción, venta y consumo de psicotrópicos es otra macula en la túnica del gobierno de Sinaloa, el consumo de drogas que alteran la mente o la percepción, promueve la conducta ilícita y pone a la sociedad en una especie de incertidumbre e inseguridad.

La carencia de policías es otra urgencia, más de la mitad de los aspirantes no pasan el examen de control y confianza, y los que terminan su formación académica corren el riesgo de ser cooptados por el crimen organizado.