Por David Uriarte / 

Como se dice en lenguaje callejero: “ni manzanilla les cocieron”, esto al referirse a los eventos trágicos y repentinos, tal es el caso de los partidos políticos: Redes Sociales Progresistas, Partido Encuentro Solidario y Fuerza por México. Los tres desaparecen del mapa sinaloense, ya no serán opción, si es que en algún momento lo fueron.

Aunque los restos de fuerzas corporativas sindicales se transformaron para dar paso a nuevas opciones político-partidistas, la credibilidad no les alcanzó y se quedaron en el camino.

Los rescoldos de fuerzas religiosas diferentes al catolicismo o de influencias empresariales identificadas con la derecha o el panismo, se consolidaron, le cambiaron de apellido, pero, aun así, tampoco les alcanzó para obtener representaciones en el Gobierno o en el Congreso. Es posible que se tengan que vestir de otra manera a ver si en la que sigue son aceptados por los votantes del “pueblo sabio”.

Creyendo en un sindicalismo fuerte y agrupado como lo fue la CTM en los tiempos de don Fidel Velázquez, se reagruparon en nuevas siglas y formaron un nuevo partido político, “Fuerza por México”. Creyeron en un liderazgo nacional que se esfumó y no alcanzaron a pagar ni la gasolina, quedaron en deuda con la estructura y con los escasos votantes… Parece que la fuerza se extinguió si es que en algún momento existió, hoy la “Fuerza por México” es historia, experiencia y deudas.

Sólo falta el anuncio oficial de la autoridad electoral en Sinaloa -cosa de protocolo-, candidatos y estructura del fallido intento tendrán que reagruparse y construir nuevas expectativas para quitarse la ‘comezón política’ legítima en próximas contiendas electorales, o bien buscar acomodo en alguno de los niveles de la estructura administrativa del gobierno estatal o municipal, todo depende de sus relaciones y su rentabilidad.

La muerte política de estos partidos puede ser el abono a nuevas ilusiones y nuevas estrategias de los líderes nacionales, mientras tanto, dejan en el camino cuadros que creyeron y confiaron en un proyecto viciado de origen, es decir, era “crónica de una muerte anunciada” que levanta sospecha sobre prerrogativas que beneficiaron a pocos.