Por David Uriarte /

Una sola palabra define el fenómeno de la migración: pobreza. Los países exportadores de mano de obra a Estados Unidos son muchos, desde México hasta Sudamérica, países de otros continentes como el europeo, asiático, y africano, también ponen su cuota.

A veces no se logra dimensionar la magnitud del problema hasta que un estallido mediático como el sucedido en Ciudad Juárez, desnuda la corrupción vigente en estas mal llamadas estaciones migratorias, las Estaciones Migratorias son instalaciones que dependen del Instituto Nacional de Migración (INM) y tienen como fin concentrar de manera temporal a las personas extranjeras que no acrediten una situación migratoria.

El sinaloense José Antonio Hayashi Ayala, fue delegado del Instituto Nacional de Migración en 2018, -la gran mayoría de los migrantes ilegales son de origen guatemalteco, hondureños, y salvadoreños, haitianos, brasileños, y venezolanos en menor número, los oficiales de migración no portan armas, sin embargo, cuentan con la debida capacitación para atender casos especiales como niños sin familiares, el programa “Modelo de protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes migrantes y repatriados no acompañados”-.

Hayashi cuenta su experiencia en el INM, -en la mayoría de las estaciones migratorias había cárceles donde se encerraban a los migrantes, y se iniciaban los tramites de deportación, las instalaciones no contaban con salida de emergencia, áreas separadas para mujeres, niños no acompañados, migrantes violentos, falta de camas, falta de aire acondicionado. Había americanos con órdenes de aprensión por robo, violación, asesinatos, las autoridades americanas informaban al INM y con apoyo de la policía federal se hacían las detenciones, lo más serio dice Hayashi, es que la mayoría del personal fue despedido y sustituido por personal sin conocimiento-.

La expulsión de migrantes se debe principalmente a la pobreza, sin embargo, tema importante es la delincuencia, muchos migrantes huyen de su país de origen por tener pendientes con la ley y la justicia, esto representa un riesgo potencial para los países que los albergan en tanto el perfil delincuencial no se quita solo por estar en otro país y tener una fuente de trabajo.

La extorsión, el mal trato, y el riesgo de perder la vida, es la factura que les cobra la pobreza y la corrupción.