Por David Uriarte /
Si el machismo tiene que ver con ciertos pensamientos, sentimientos, percepciones y comportamientos que a través del aprendizaje y con un estrato biológico determinado construyen parte de la identidad de género, entonces, habría que revisar la cadena o la línea del tiempo donde se construyen paulatinamente los constructos o paradigmas conductuales del machismo y sus diversas expresiones.
Una de las tantas formas de expresión machista, es la negación de sus actos, incluso acuñan “dichos” que dejan al descubierto el atentado a la inteligencia, la lógica y la razón femenina, por ejemplo: -tu di que no fuiste a la fiesta, aunque tengas lleno el pelo de confeti-; -tu di que no eres tú, aunque estés en la foto-.
El machismo también incluye la descalificación: -estás loca, estas psiquiátrica, estas mal de la cabeza-.
El machismo incorporado de manera sociocultural incluye además de la negación, el cinismo, la victimización, la auto dramatización, teatralidad, expresión exagerada de la emoción, y lenguaje desorganizado.
De manera específica, el machismo político retoma los criterios para expresar pensamientos y mantener conductas que buscan el desprestigio ajeno, reafirmando la razón para justificar lo injustificable, minimizando más que la evidencia, la inteligencia y el sentido común de la colectividad aludida.
Lo más socorrido en el machismo político es la negación de la realidad, cuando se les cuestiona con números, por ejemplo: -en su gobierno hay más homicidios dolosos-, la respuesta es: -nosotros tenemos otros datos, los homicidios van a la baja, el pueblo nos está ayudando mucho-, y ¡tan-tan! Se acabó la discusión… los números y la aritmética pasan al baúl del desprestigio.
La descalificación siempre está presente en el machismo político, todos los que piensen diferente, pertenecen a la oligarquía, son clasistas, racistas, neoliberales, y todos debieran estar en la cárcel.
El machismo político no soporta que lo exhiban ante la sociedad, por eso, aunque se le den las pruebas insistirá con un lenguaje desorganizado en negar la realidad, buscar culpables, y afirmar que todo está bien, mejor que antes.
Así como el machismo subsume poder ante la igualdad, y descalificación ante el sentido común, así el machismo político exhibe poder en la igualdad democrática, y descalificación ante el reclamo, aunque la voz esté plagada de evidencias.