Por David Uriarte /

Algunos especialistas en políticas públicas, politólogos, asesores, analistas, intelectuales, críticos del régimen actual, opositores a la 4T, o promotores de la política del pasado, todo lo resuelven por la mañana en el desayuno o tomando un café con los amigos a la hora que se pueda, algunos están convencidos de sus dichos y creencias. Otros rayan en la intolerancia, otros son traicionados por sus impulsos y asumen una postura iracunda cuando no logran convencer a los demás.

La facilidad para creerse ellos mismos lo que dicen, la capacidad para deducir, inferir, construir, suponer, imaginar, y hasta fantasear, es admirable, los casa talentos se pierden una oportunidad para entregar a los políticos de primer nivel estas ‘mentes brillantes’ que pudieran ser la solución a tantos problemas del país.

Si bueno o malo es un juicio, entonces la pregunta debiera ser ¿Régimen político mejor o peor? Esto deriva en otras preguntas ¿Mejor o peor para quién? Si la pregunta la contesta un trabajador de salario mínimo, es posible que afirme que el régimen político actual es con mucho, mejor que los anteriores; si la pregunta la contesta un empresario con diez, cincuenta o más trabajadores, es posible que la respuesta sea en tono negativo, dirá que los regímenes políticos del pasado eran mejores.

Si la variable a medir es la educación a través de la prueba PISA (un instrumento internacional que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura), difícilmente alguien podría afirmar que en este rubro México presenta avances significativos en el régimen actual, sin embargo, no falta quien -a pesar de la evidencia-, afirme lo contrario.

Si la variable a medir es la salud, no se necesitan expertos para su evaluación, se necesita la experiencia de los derechohabientes de las instituciones de salud pública para conocer de primera mano el alcance y cobertura de este sistema de salud que promete convertirse o competir con el sistema de Dinamarca, no se sabe si realmente esta afirmación es una broma una promesa que sorprenderá a los mexicanos en unos meses.

Para los evaluadores de las políticas públicas del régimen político actual, el tema de la gobernabilidad en las entidades como Guerrero, Guanajuato, Colima, Zacatecas, o Michoacán, solo por mencionar algunos ejemplos, es fácil de medir, la violencia y el número de muertos no se pueden esconder.