Por David Uriarte /

Lo que pasa en países como México, son frutos de la democracia, la diferencia entre gobierno y régimen, es que el primero administra lo segundo, los gobernantes son transitorios, los regímenes pueden permanecer por siglos, incluso ser prácticamente eternos, hasta que llegue alguien a instituir otro diferente.

En la democracia siempre habrá diferencias, siempre habrá una mayoría y una minoría, unos contentos y otros enojados, unos gobernando y otros gobernados, los que gobiernan quieren permanecer en el tiempo, los gobernados están contentos cuando reciben lo que quieren, y están inconformes cuando pierden prerrogativas y libertades.

¿Qué tan contentos viven los cubanos o los venezolanos? La misma pregunta aplica para los mexicanos, la respuesta está a unos días, las urnas son el mejor arbitro de los deseos, las simpatías, y las decisiones democráticas expresadas en el voto secreto y libre.

El cierre de las campañas es una muestra representativa de simpatías, el tamaño total de la aceptación se verá en unos días, ahí se despejarán dudas y se calmarán ansiedades, esos son los frutos de la democracia.

La democracia como vasos comunicantes del poder político derivado de la voluntad popular, se llenan de esperanza, expectativas de mejoras social, cultiva la idea de una distribución sana del dinero recabado por los impuestos, y espera lo básico: seguridad, salud, y educación.

Las frustraciones también tienen un resumidero que se llama urnas, es ahí donde se puede ejercer el derecho a la inconformidad, el derecho a elegir más de lo mismo o apostarle a la diferencia, a buscar un gobierno funcional que cumpla con las expectativas sociales, eso también es fruto de la democracia.

No hay democracia perfecta, la distribución de los poderes debiera ser el verdadero equilibrio entre los mismos, es decir, la idea es que el ejecutivo, como el legislativo y el judicial, mantengan su autonomía sin interferir uno en los otros, sin embargo, el poder ejecutivo sigue siendo el poder de los poderes, es el que distribuye o asigna los presupuestos y desde ahí mantiene un control, los frutos de la democracia no siempre son dulces, a veces permea la amargura de los errores.

Los frutos de la democracia de la temporada están por cosecharse, los preparativos para la fiesta están listos, solo falta la motivación colectiva para ver la danza en largas filas para votar.