Por David Uriarte /

Si la empatía es la aceptación incondicional del otro, se debe entender el sufrimiento como parte inherente de la ausencia de un ser querido debido a su desaparición y no localización.

Cómo olvidar el rostro y su expresión cuando le preguntas a una persona ¿Cómo estás? Y antes de su respuesta verbal, aparece su respuesta corporal, casi siempre aderezada con lágrimas, -tengo un hermano desaparecido-, la respuesta no distingue tiempo, el sufrimiento es el mismo si fue hace un mes o hace diez años.

La ausencia es una especia de eutanasia programada que degrada poco a poco la vitalidad de cualquier humano, desvelos, pensamientos fantasiosos que deambulan por el mar de posibilidades, sueños alegres que revelan el regreso del ausente, pero al fin, ausencia y espera derivadas de una desaparición.

El sufrimiento no distingue parentescos, sufre la madre como sufre la pareja, los hijos, la familia, las amistades, es un halo doloroso que se expande hasta la sociedad empática, las autoridades buscan consolar a las familias con desaparecidos, con discursos de todo tipo, desde la compasión, hasta inculpar a la propia familia y a su o sus desaparecidos por la tragedia.

Las familias de los desaparecidos, a veces son víctimas de la extorsión… Vivales que aseguran saber dónde se encuentra el desaparecido, atrevidos sin escrúpulos o más bien enfermos sociales que lucran con el sufrimiento ajeno. Incluso, llegan a recibir amenazas donde les ordenan que ya dejen por la paz la búsqueda de su desaparecido, o burlándose de ellos enviándolos a lugares o parajes donde jamás encontraran lo que buscan; los sociópatas no tienen empacho en seguir dañando a la sociedad.

La ausencia y la espera es un binomio inseparable. La primera es el sufrimiento; la segunda el remanso de paz alimentado por la fe, o la creencia de que algún día, el desaparecido tocará la puerta de la casa y se fundirá en un abrazo de amor con el ser querido… O bien, la resignación de encontrar al desaparecido, víctima de la maldad humana, pero con la certeza de saber donde descansan sus restos, y donde poder llorar su ausencia, o rezar las oraciones para su eterno descanso.

Desapariciones, responsabilidad del gobierno que promueve las garantías individuales como la vida, la libertad, la salud, educación, el acceso a la justicia y todos los derechos humanos.