Por David Uriarte /
Los que no se equivocan son los que no hacen nada, puede ser que ya nacieron equivocados. Cuando de políticas públicas se trata, las cosas se complican de manera natural, darle gusto y satisfacer las necesidades de ciento treinta millones de mexicanos es tarea más que difícil; imposible.
No se trata de habilidades o grados académicos, mucho menos de partidos políticos, se trata de la inercia propia de un país cuyo desarrollo siempre está en proceso, de un país donde las fuentes de empleo son insuficientes, donde la remuneración no satisface al cien por ciento las necesidades sociales, donde la pobreza opaca cualquier intento de presunción política o administrativa.
Todos los gobiernos tienen una serie de aciertos en las políticas públicas, también generan una serie de equivocaciones… equivocaciones en su mayoría sin dolo, errores que van modelando el grado de aprendizaje de cualquier gobierno.
El régimen político del presidente López Obrador, tiene una serie de reformas estructurales que buscan el bienestar colectivo, sin embrago, el futuro alcanzó al presente y las condiciones del gobierno no alcanzan a solventar los rezagos acumulados en otras administraciones, más los acumulados en régimen actual.
En su momento el Presidente aceptó que sin seguridad no hay cuarta transformación, desde este supuesto, la transformación de la vida pública no será posible en tanto la inseguridad prevalece y aumenta en cifras escalofriantes.
Los aciertos en la salud publica son muchos, el esfuerzo en la pandemia es polémico, lo evidente y medible es la desaparición del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), y la recuperación de sus atribuciones en la Secretaría de Salud, acierto o equivocación, la orden está dada.
La sospecha puede ser derivada de la ignorancia o la falta de información cuando se habla de la posible desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), saber y conocer lo que sucede con los dineros públicos, con la asignación de obras y servicios, con los contratos a proveedores, es una forma sana de observar las vías de distribución y aplicación del presupuesto federal y estatal.
Aceptar que cualquier administración pública puede tener aciertos y equivocaciones, es signo de salud, honestidad y madurez, negarlo: es creer que la sociedad sufre deterioro cognitivo.