Por David Uriarte

Si bien es cierto que la red de datos e información más densa en el mundo se encuentra en Internet, también es cierto que eso no es conocimiento.

El conocimiento es abstracción y pertenece a los humanos, en las computadoras sólo podemos acceder a datos e información.

Millones de millones de datos se actualizan cada día en la red de información más grande del mundo, sin embargo, nada substituye la relación del profesional de la salud, la capacidad empática de ver a los ojos al que sufre, vive o experimenta una dolencia o una duda.

Pedirles a los motores de búsqueda la definición de un signo, síntoma, datos o información sobre una enfermedad, pone en segundos miles de páginas, artículos, investigaciones y “fake news” o noticias falsas, al solicitante. Sin embargo ¿cómo saber qué es cierto y qué es falso? ¿Cómo incorporar la información de tal manera que solucione realmente el problema planteado?

Todos los días los cibernautas buscan soluciones cómodas y rápidas, lo que no saben, es el grado de eficiencia y eficacia en la solución de los problemas planteados, menos cuando se trata de la salud física o mental.

Preguntarle a la computadora qué hacer si se tiene comezón en los genitales, es como preguntarle qué hacer si escucho ruidos en la noche en la casa… las respuestas son muchas y variadas, dependen del contexto personal.

Aun así, con esta lógica, las personas siguen consultándose por internet, hacen cosas, compran medicamentos, se hacen exámenes de todo tipo y terminan buscando al profesional para que les resuelva el problema.

Entre los consejos y recomendaciones, se confunde la exploración física, la observación de signos y síntomas, personalidad, estado mental de la persona y auxiliares diagnósticos por imagen o de laboratorio… en fin.

La exploración y evaluación clínica del paciente aún no puede ser sustituida por una máquina o por datos e información de cualquier tipo; requiere conocimiento y abstracción, capacidades y funciones sólo de los humanos.

No son pocas las personas que han logrado asustarse al confundir información encontrada en Internet, o posponer su atención profesional al confundirse con información falsa o poco confiable.