Por David Uriarte /

El único gobernador perredista en México es Silvano Aureoles Conejo en el estado de Michoacán. En el segundo encuentro del PRD con la sociedad civil en Sinaloa, Audómar Ahumada Quintero en su condición de presidente estatal, dio paso al discurso del Ingeniero Silvano Aureoles quien de manera clara y precisa no dudo en señalar las deficiencias mostradas por el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, dijo que -de nada sirve pedir que se vaya el presidente, él tiene un compromiso constitucional que cumplir-.

El gobernador michoacano recalcó lo que todo México sabe, la caída de la economía en los dos últimos años, la corrupción maquillada con la asignación de múltiples obras a la Secretaria de la Defensa Nacional, con esto dijo, se evitan las licitaciones. Mencionó la injusticia en el terreno del género, hoy más que nunca dijo, se les ha quedado a deber a las mujeres.

En un ambiente diferente al primer encuentro, donde el doctor Narro fue el protagonista y las condiciones de higiene y sana distancia no se contemplaban, el PRD organizó este encuentro con militantes y simpatizantes, con la gente de a pie.

Mientras, los esfuerzos partidistas por mostrar rostros diferentes y liderazgos emergentes, hoy mismo el periodista Eduardo Ruiz-Healy en su programa de televisión mostraba una gráfica donde el 75.4% de los encuestados hablan de un mal papel del gobernador de Michoacán; en tanto la intención de voto para el PAN es de 10.7%, con su candidato Armando Tejeda; 7.6% para el PRI con su candidato Antonio Ixtahuac; 42.1% de intención de voto para MORENA con su candidato Cristóbal Áreas Solís; y 39.6% de indecisos.

Esta encuesta desnuda una realidad diferente a la percepción de muchos, sin embargo, puede ser un referente digno de analizar con la idea clara de que muchas encuestas pueden estar “cuchareadas”, dependiendo de quien la hizo o quien las mando hacer.

En política no hay enemigos pequeños, sin embargo, cuando los ideales se difuminan, la razón y la evidencia no son suficientes para modificar el rumbo y la inercia de un país que tiene tres décadas trastabillando.