Por David Uriarte / 

La inteligencia es la capacidad para resolver problemas, en la política, los que ganan poco tienen que ver con la academia, es decir, no es garantía de triunfo político electoral o político administrativo el hecho de estar en la cúspide de los años de estudio, maestrías y doctorados solo son grados académicos, no presagian necesariamente la víspera de un triunfo político.

Los políticos se apoyan de los académicos, de los técnicos, de los expertos en áreas específicas para lograr sus objetivos, es la inteligencia política la que aglutina a las otras inteligencias.

Las críticas, reniegos o desacuerdos en las políticas públicas de Donald Trump, presidente del país más poderoso del mundo, sólo son caricias a su ego. Lo mismo se puede decir del presidente Andrés Manuel López Obrador y las críticas que lo acompañan desde hace años.

Al presidente de México se le ha dicho de todo: que es incompetente, populista, autoritario, mentiroso, hipócrita, resentido; rencoroso, acomplejado, que no tiene plan de gobierno, que las áreas de seguridad, salud y educación están en el abandono por decir lo menos. Sin embargo, AMLO es el presidente de México, les guste o no.

Esa es la inteligencia, la que logra resultados y resuelve las expectativas del político. En Sinaloa, las muestras de inteligencia son particularmente interesantes, los representantes de los partidos nacionales en el estado y los líderes de los partidos locales tienen montada su estrategia.

Agazapados en los tiempos que marca la ley para no incurrir en actos anticipados, usan lo que está a su alcance para posicional su marca, unos con frases o espectaculares para calar el terreno, otros con sus videos “sociales” para recordarle a la población que no están muertos políticamente.

Los que dependen del erario hacen ‘pucheros’ en cuanto levanta la mano el que paga, los representantes del partido del ejecutivo sinaloense están atentos esperando el silbido de arranque, los desempleados políticos, la hacen de turistas de pueblos mágicos o turistas de la gastronomía, y un día desayunan en un municipio, comen otro y cenan en otro. Así es la inteligencia política, y el desfiguro; también.