Por David Uriarte /
La paz y la guerra primero están en la mente de los protagonistas. Se necesita un espacio en la mente para dar cabida a las acciones de paz, lo mismo ocurre en el caso de la guerra, se necesita un espacio en la mente criminal para exterminar a los semejantes.
Este es el principio lógico de la conducta, primero, la forma de pensar ¿De dónde sacan los pacifistas su forma de pensar? De un cerebro sano, maduro, con funciones ejecutivas abrazadas por una serie de valores donde el respeto a la vida es primordial.
¿De dónde sacan los delincuentes su forma de pensar? De un cerebro enfermo, inmaduro, con funciones ejecutivas abrazadas por un trastorno del control de los impulsos, donde el respeto a la vida no forma parte de sus valores.
Después, la forma de sentir, los pacifistas sientes el dolor ajeno, es decir, son empáticos de las emociones de los demás, los delincuentes carecen de empatía, no les importa el sufrimiento ajeno, por eso tampoco respetan la vida de los demás.
La forma de percibir es el tercer eslabón de la cadena conductual, los pacifistas perciben a los demás como algo importante, algo que hay que respetar a pesar de pensar diferente, la tolerancia y la aceptación, son definiciones operacionales traducidas en acciones en pro de la vida.
Los delincuentes tienen perciben a los demás como objetos, como medios para obtener un fin, no respetan las opiniones o las formas distintas de pensar, sólo hay una forma de ser: la de ellos, tolerancia y la aceptación sólo son palabras sin significado alguno.
La forma de confrontar la realidad de los pacifistas, se basa en la empatía, en la búsqueda de negociaciones, en la construcción de acuerdos, cosa diferente en los delincuentes donde la confrontación de la realidad se convierte en manipulación y control, el ejercicio del poder es la llave que abre todas las puertas a su manera.
Después de todo este proceso de pensar, sentir, percibir, y confrontar, surge la conducta, los pacifistas tienen conductas benevolentes, salomónicas, conductas derivadas de un cerebro sano.
Las conductas delictivas derivan de un cerebro enfermo, inmaduro, con aprendizajes sociopáticos, pensamientos donde el respeto a la vida no existe, impulsos de muerte difíciles de controlar, se mantienen ausentes de culpa, repiten lo mismo una y otra vez, y cuando se les habla de valores morales no logran entender de qué se trata.
Origen de la paz y la guerra.