Por David Uriarte /
La vida es individual, el tiempo es colectivo… La persona nace y ese es su principio, nace en una cuna colectiva que se llama tiempo, tiempo antes de ella y tiempo después de ella, nadie más puede vivir por ella, pero si pueden coincidir en el tiempo.
La vida necesita al tiempo, el tiempo no necesita a la vida. La vida es un proceso porque tiene un principio y un final, el tiempo es una condición, un espacio evolutivo.
El origen biológico de la vida no se puede negar, lo que no se puede entender con precisión es la fuente de coincidencia de las cargas genéticas de la hembra y el macho, con la fecundación se prende la chispa de la vida y con el nacimiento se empieza caminar la senda del destino marcada por la herencia y modificada por el aprendizaje.
La vida necesita tiempo para dar lugar a la conciencia, y con ella la percepción del dolor, sufrimiento, miedo, felicidad y bienestar.
La definición de felicidad implica la ausencia de miedo, y la definición de belleza implica la ausencia de dolor, por lo tanto, miedo y dolor son enemigos naturales de la vida feliz y bella, todo enmarcado en un cuadro de referencia: el tiempo.
Hay quienes le dedican poco tiempo a valorar su vida; otros pasan mucho tiempo vegetando una vida depredada o fenestrada por la ausencia de un verdadero sentido de vida. Aquellos que creen que vivir es dejar pasar el tiempo, sólo ocupan un lugar en el espacio; aquellos que sienten la vida como una oportunidad cuya caducidad es el tiempo, mantienen una ruta de vida consciente con objetivos y metas.
Si la vida necesita al tiempo para subsistir, el tiempo se convierte en una carretera o vía por donde transita la vida, sin embargo, no todo es tiempo… La vida necesita la subsistencia biológica y emocional, un crecimiento y desarrollo sano físicamente, y un crecimiento y desarrollo sano psicológicamente. La conjunción de lo físico con lo mental se llama estilo y calidad de vida, el estilo de vida no necesariamente le abona a la calidad de vida, pero al final, la calidad de vida con bienestar subjetivo percibido, es el indicador de la felicidad.
Voltear hacia atrás y medir los logros obtenidos en el tiempo es otro indicador de felicidad, contrastar la relación de expectativas cumplidas contra las no cumplidas, da como resultado un grado de satisfacción y la opción de resignificar la vida con sus expectativas.
La vida termina siendo un proceso con un principio y un final, sin opción de renovación.