Por David Uriarte

La oferta política partidista es amplia en Sinaloa: MORENA, PAS, PAN, PRI, PRD, MC, y PT. Mientras en Estados Unidos hay dos partidos políticos: el Republicano y el Demócrata, en México las cosas son diferentes.

El partido en el poder es muy atractivo, competitivo, prometedor, hay quienes afirman que llegó para quedarse, otros vaticinan su derrumbe en poco tiempo… Mientras una u otra cosa sucede, los sinaloenses tienen un menú amplio, una carta con varios platillos.

Ahora resulta que muchos simpatizantes del entonces partido en el poder, ven con buenos ojos el proyecto de MORENA, encabezan la lucha política de otro partido, o se agazapan en la nómina del partido que antes criticaban o veían como rival.

En el poder Legislativo y el Ejecutivo se ven movimientos estrepitosos por parte de diputados, unos renuncian al partido que los llevo al Congreso, otros se declaran sin partido, algunos presidentes municipales y regidores se deslindan del partido que representan, empiezan los reacomodos con miras al 2024.

Si la deserción partidista sigue la dinámica que está presentando en estos días, el ochenta por ciento de la fuerza política será de MORENA y el otro veinte se lo disputarán los demás partidos, al perderse los equilibrios en el poder legislativo y el poder ejecutivo, esto será la réplica de lo que fue el PRI hace treinta años.

Los partidos que han perdido su clientela, tienen dos opciones, sobrevivir para conservar sus prerrogativas de ley, “nadar de muertito” o sumarse en alianzas a la hora de los procesos electorales.

Los partidos locales como el PAS, tienen mucho que aprender, los relumbrones son peligrosos; la suma o incorporación de gente externa en coyunturas electorales, tiene su precio y su riesgo… Uno de ellos es la deserción a la hora de ostentar el poder o la representación, esta práctica no es nueva y se presenta en todos los partidos y en todos los niveles.

Los partidos satélites, aquellos que sobreviven gracias a los partidos grandes, tienen contado su tiempo, es decir, tarde o temprano dejarán de existir, su estado agónico se presta a estudio de la democracia representativa.

Los partidos que gobiernan los estados y ciudades grandes como Nuevo León y Jalisco, son un experimento que puede resultar rentable, todo depende del desempeño de sus gobernadores; Nuevo León puede catapultar o enterrar a ese partido.