Por David Uriarte /

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es un estímulo para promover la conciencia colectiva sobre la vida de relación interpersonal.

La construcción de pensamientos distintos es el origen de sentimientos asimétricos entre las personas que dicen quererse u odiarse.

La transformación de las emociones placenteras a no placenteras como la alegría y la tristeza, puede ocurrir en un segundo, o puede ser producto de la tolerancia que no termina de fraguar en el molde de la aceptación, es decir, una cosa es tolerar y otra cosa es aceptar. Cuando toleras estás en contacto con circunstancias, condiciones, o hechos que no te agradan o te generan escozor emocional, cuando aceptas estas en contacto con lo mismo, pero sin escozor emocional, sin oposición a la realidad que se vive.

Cuando la persona vive o se relaciona con otra cuyo comportamiento histórico o presente no le agrada, la tolerancia puede ser la fuente de su displacer o sufrimiento; en cambio, cuando deja de tolerar y acepta la realidad, entonces el comportamiento histórico o presente de la otra persona deja de ser significativo, y eso diluye el displacer o el sufrimiento a tal grado que desaparece. No desaparece la persona ni desaparecen los hechos o las conductas, desaparecen los significados que construían el sufrimiento.

Entonces, el origen de los pensamientos sustentados en la realidad, en el aprendizaje, incluso en la paranoia, originan los sentimientos que se pueden convertir en conducta agresiva, violenta, u omisiva; defender una postura ideológica o una creencia, es una cosa, cometer actos con la intención de generar daños físicos, es otra cosa; y abstenerse de una actuación que constituye un deber legal, es otra cosa.

Se puede pensar diferente, lo inadmisible es coaccionar (ejercer fuerza o violencia física o psíquica, sobre una persona para obligarla a decir o hacer algo contra su voluntad) a otra persona por el hecho de no acceder a deseo o voluntad ajena.

La violencia es inversamente proporcional al grado de la inteligencia emocional de quien la ejerce… En otras palabras, entre más reptiliano es el cerebro, más violenta la conducta.