Por David Uriarte /

Difícil substraerse de los acontecimientos públicos nacionales, la política es como el oxígeno, necesario para la vida social, muchos siguen confundiendo política de Estado con política partidista o de grupos.

En la administración pública subyace la vida de los gobernados, aquellos que reniegan o simplemente deciden no participar en la política de ningún tipo, siempre estarán conectados a la política del gobierno en turno, pagar impuestos es participar en la política, estar afiliado al IMSS, asistir a la escuela pública o privada, incluso la pobreza y la indigencia forman parte de la política social de un país.

La historia registra al primer día del mes de octubre del año en curso, como fecha memorable para la política partidista, en tanto, la presidenta es del partido en el poder, todo se conjuga o converge en una sola esperanza: paz y seguridad para todos los mexicanos.

No existen las recetas mágicas que aseguren el éxito de las propuestas, cualquiera que estas sean, existe la buena intención, las ganas de mejorar, pero los resultados no dependen de intenciones o de ganas, depende de quienes deciden hacer o dejar de hacer actos criminales, la prevención derivada de las fuerzas del orden, eventualmente sólo hace más inteligente a la delincuencia.

Ambos grupos, el del gobierno y el del crimen organizado, compiten con estrategias dirigidas a burlarse mutuamente, en esta competencia donde todos pierden, los daños colaterales son inocentes caídos en el fuego cruzado, también elementos del orden y algunos generadores de violencia.

Realmente México está de fiesta, la inconformidad forma parte de la democracia, pero la fiesta sigue, nuevamente como hace seis años, quienes votaron por el partido en el poder, están renovando expectativas, esperando que ahora sí, en este sexenio, las cosas mejoren en áreas vitales de la vida social: seguridad, salud, educación y economía.

Gran parte de los mexicanos son fieles a sus creencias, las creencias con resultados son un milagro, las creencias sin resultados, un fracaso poco percibido como tal, la justificación es el remedio para las creencias sin resultados, cosa que no comparten las viudas, los huérfanos, y las victimas de extorsión, robo, o miedo a salir a la calle.

Ni todo está muy bien, ni todo está muy mal, hay cosas que funcionan y cosas que no funcionan, mucho que mejorar.

Y luego ¿Qué sigue?