Por David Uriarte

El ruido natural de la pandemia en México ha silenciado el alboroto de las promociones políticas, partidos, grupos, y personas, han pospuesto y modificado sus estrategias de promoción ante el electorado.

Primero la salud y después cualquier cosa incluyendo la política, es la lógica de la conducta humana sana, sin embargo, la avaricia puede invadir el espacio del sentido común y la razón de los sedientos del poder político.

Desde que inició la pandemia en México, la estructura del poder político no ha dejado de trabajar; los tres poderes siguen su curso, si bien el ritmo de trabajo y la forma de hacerlo hoy es diferente, los objetivos se siguen cumpliendo con algunas diferencias propias de la contingencia sanitaria.

Hay políticos que paradójicamente han trabajado igual o más que antes de la pandemia, otros se han replegado creyendo que la contingencia sería breve, otros están en el rediseño de la estrategia política en tanto las multitudes son cosa del pasado y la historia reciente.

Como el tiempo no se detiene, los problemas entre gobierno y gobernados tampoco, Culiacán sólo es muestra estadística de lo que pasa en la mayoría de los municipios de México. El binomio ‘salud-economía’ está generando enfermedad, malestar y muerte… muerte de los enfermos y muerte de la economía.

En otros tiempos, los problemas de la salud y la economía ya se hubieran capitalizado aún más por los partidos políticos que buscan en la gestoría la adhesión de voluntades. Hoy vemos las calles medio vacías por los comerciantes que buscan aglutinarse para presionar al gobierno municipal o estatal, y los luchadores sociales resguardados en la intimidad de sus casas promoviendo el distanciamiento social por el miedo a enfermarse.

Los servicios de urgencias hospitalarias están repletos de enfermos cuya asfixia es la súplica por obtener el oxígeno que les devuelva lo más preciado del ser humano: su salud.

¿Dónde están los luchadores sociales? Sólo se escucha el silencio de los cambios políticos, un silencio que presagia cambios en las estrategias por vender la imagen, cambios en el abordaje de las gestiones sociales, cambios en las políticas públicas.