Por David Uriarte /
La palabra debería y hubiera, son de las más inútiles porque evidencian el fracaso. Las conductas sociopáticas sólo dejan dolor y sufrimiento en la sociedad. En teoría, no se puede ser indiferente ante los hechos criminales, aunque existen personas con falta de empatía que se mantienen absortos en sus actividades y no voltean a ver el sufrimiento, miedo, o estrés postraumático de miles de víctimas.
Los panteones deberían estar llenos de personas que murieron de muerte natural o por enfermedades crónicas después de los ochenta años de edad, en tanto, la esperanza de vida de los mexicanos es en promedio de setenta y seis años.
Nadie debería morir antes, sin embargo, hay dos teorías: a cada quien se le llega la hora, y la muerte es lo único seguro.
En el primer supuesto, la muerte puede sorprender a cualquier persona sin importar la edad, gozando de sus mejores años, de buena salud, con todo un futuro prolífico, lleno de amor, buena persona, inocente, productivo, sin embargo, pudo estar en el momento equivocado y en el lugar equivocado… equivocado para él y su familia, pero el supuesto afirma que a cada quien le llega la hora, y esa fue la hora.
El segundo supuesto, subsume de alguna manera al primer supuesto, es decir, no hay forma de esquivar a la muerte como tal, la eternidad sólo se convierte en una palabra que evoca buenos deseos, destrozados por la muerte.
Los hospitales deberían estar vacíos, en todo caso, ocupados por personas mayores que ya dieron sus mejores años, y ahora enfrentan los estragos de la fragilidad física. La realidad es otra, las camas hospitalarias están ocupadas por pacientes con enfermedades diversas, algunas de ellas, son depositarias de personas jóvenes, víctimas de las heridas producidas por armas de fuego, que están sobreviviendo a los ataques asesinos que les quisieron arrebatar la vida; esto no debiera existir.
Los famosos daños colaterales en condiciones de guerra, encarnan víctimas inocentes, niños, adolescentes, jóvenes, personas de todas las edades, de alguna manera, esto es entendido, es producto de la guerra, pero ¿Cómo entender el mismo fenómeno en lugares donde no hay guerra? En lugares donde debe reinar la paz, la tranquilidad, el bienestar, y la seguridad social.
La sociedad debería reflexionar seriamente sobre dos temas: el gobierno y su eficacia; y la familia y su crianza.