Por David Uriarte /

Lo dicho por la ciencia se cumplió en la vida de don Eduardo, un sistema inmunológico fuerte, un diagnóstico oportuno, y un tratamiento eficaz lo tienen de regreso con su familia.

A seis meses de cumplir 90 años, y después de seis meses de un confinamiento domiciliario estricto, don Eduardo se dispuso a visitar la sierra y su clima lluvioso en esta época, poco le duro el gusto, una semana después de sus ansiadas vacaciones, una serie de signos y síntomas lo hicieron regresar a la ciudad.

A pesar de sintomatología leve y atípica, su deterioro físico era evidente y de inmediato se hospitalizó, se le practicaron los exámenes de rutina para estos casos, y a las 4 horas de su internamiento el diagnóstico era COVID-19.

La parte médica hizo lo suyo, y en 24 horas la expresión facial de don Eduardo era otra, controlada su deshidratación y su sintomatología, sus signos vitales regresaron a la normalidad, el mejor dato de su mejoría fueron sus ganas de comer.

Los hijos, familiares y amigos, de inmediato empezaron a dar el pésame de manera velada, hablando de resignación, de pandemia, de voluntad divina y toda clase de cortesía protocolaria que se puede esperar en estos casos, más tratándose del binomio edad–pandemia.

Tampoco faltaron las recomendaciones de la medicina alternativa: desde el dióxido de cloro hasta el antiviral Remdesivir que tomó Donald Trump… mientras esto sucedía, don Eduardo asimilaba el tratamiento convencional, su antibiótico para combatir posible neumonía bacteriana, su anti-fúngico para prevenir estragos por hongos, soluciones con electrolitos para controlar su deshidratación, medicamentos para prevenir la trombosis, y su dieta que nunca le faltó.

El sistema inmunológico de don Eduardo es tan fuerte que a 10.5 años de cumplir el siglo lo mantiene como un roble, delgado y sin diabetes. Buenas defensas, un diagnóstico oportuno y un tratamiento eficaz, garantizan un pronóstico bueno para la vida, no hay duda que la calidad y estilo de vida marcan la diferencia cuando de pandemia se trata.

La imaginación puede dar para pensar que don Eduardo se atendió en algún hospital privado, pues no, don Eduardo fue recibido, evaluado, y tratado en el Hospital Civil de Culiacán.