Por David Uriarte

El humano inteligente y sano se caracteriza por aprender de la experiencia, pero ¿qué pasa con aquellos que insisten en repetir las mismas conductas a pesar de obtener los mismos resultados?

Las creencias se convierten en la alfombra por donde caminan los pasos de la conducta, en otras palabras, creer es el principio de lo que se hace. En la vinculación afectiva los humanos hacen cosas que la razón nunca permitiría, sin embargo, a veces basta con creer o vincularse con una idea o proyecto para abandonar todo objeto de razón.

Las inteligencias brillantes se subyugaron a un resultado matemático, las emociones sirvieron de cuña para apalancar la verdad de los hechos, los ilusionistas mantuvieron absortos a sus tribus o grupos de correligionarios mientras la realidad se consolidaba en el tiempo y exhibía sus resultados.

El aprendizaje de los electores en el tiempo es el recuerdo de una promesa incumplida, por eso ya no creen ni confían en los emisarios cuya camiseta representa el pasado.

El aprendizaje de los partidos emergentes en el reciente proceso electoral, consiste en saber que no representan oferta atractiva a los electores, por eso sus resultados los sepultaron.

El aprendizaje de las alianzas perdedoras consiste en saber que representan desprestigio, animadversión, rechazo… y eso confirma el principio que dice que los iguales se juntan.

El aprendizaje de los líderes estatales de los partidos perdedores, revela otro principio añejo: “como es arriba es abajo”, no todo es sonrisa y simpatía, son buenos cuadros enmarcados en paredes agrietadas a punto del derrumbe, sus únicos puntales son su gente de confianza.

El aprendizaje de los colaboradores de confianza, los allegados, los intelectuales, los contratados por su inteligencia, los amigos y familiares que acompañaron a los candidatos perdedores en todo el proceso, es que deben aprender muchas cosas, la más importante: las pasiones no representan triunfo, a veces nublan la razón.

El aprendizaje de los candidatos ganadores debe dar vuelta y detenerse en la esquina que ata su imagen con el partido político que los cobijó, deben cuidarse de la soberbia y ser prudentes en su actuar.