Por David Uriarte /

Algunos contribuyentes del régimen fiscal dicen en broma, “le tengo más miedo al SAT, que a mi pareja”, al margen de la veracidad y aplicación del dicho, el tema es el miedo.

El divulgador científico Eduard Punset, afirmaba que la felicidad puede definirse como la ausencia del miedo, de la misma manera que la ausencia de dolor, suscita el amor.

En tiempos de pandemia donde la ciencia revive para dar paso al conocimiento sistemático con sus evidencias, también se fortalece el conocimiento teológico y los incrédulos del poder supremo e invisible, algunos llegan a dudar de sus creencias y consiguen humildad para doblarse ante la muerte inminente. Otros, se aferran a su conocimiento empírico y venden sus experiencias como la verdad universal derivada de los años de vida y vivencias. También, hay un segmento de la población que se adormila en las posturas filosóficas del origen y final de la vida; lo cierto o verdadero, es la inminencia de la muerte.

En el tema del miedo se empalma el tema del perdón, para muchos, la lógica se respalda en el aforismo que dice: “Dios siempre perdona, los humanos a veces, pero el tiempo; nunca”.

Otra que tampoco perdona es la genética, el código de la vida se transcribe desde la fecundación, ese es el destino de la persona. La Fibrosis Quística, la Enfermedad de Huntington, el Síndrome de Down, la Esquizofrenia, el Autismo, y el Trastorno Bipolar, son algunas enfermedades genéticas que marcan el destino de quien las padece, por eso, con la genética no se puede.

La fortaleza genética de la persona tiene que ver con sus genes, la transmisión de las fortalezas de la madre y el padre es lo esperado, sin embargo, hay errores en los códigos genéticos al momento de juntar los genes de la madre con los genes del padre y aparecen las debilidades que habrán de expresarse al momento de confrontar las amenazas de los parásitos, las bacterias, los hongos o los virus.

Las personas producto de padres genéticamente fuertes, afrontan las enfermedades con menos complicaciones, aquellas con sistema inmune débil o genéticamente comprometidos, forman parte de la estadística de enfermos complicados, hospitalizados, intubados, o fallecidos.