Por David Uriarte / 

 

Es pues la fe, la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Esta es la definición de fe según la Biblia. Vivir en un mundo de fe es bueno para los creyentes en la gloria y el infierno; para los que dejan todo en manos de un ser supremo, para los que esperan milagros, para aquellos con influencias judeocristianas.

Por eso, las posturas dogmáticas religiosas son per se una especie de “creer sin pensar o cuestionar”. Los problemas sociales empiezan cuando suceden dos cosas: primero, una creencia dogmática, y segundo, una falta de respeto o tolerancia a la diferencia de pensamiento.

Los radicalismos promueven enfrentamientos cuando son cuestionados, por ejemplo, es dado a muchos mexicanos anclarse en el pasado, creer que tiempos pasados fueron mejores. A los estadounidenses les da por creer que lo mejor está por venir, que debemos apostarle al futuro.

Es evidente que lo que hay que hacer es contrastar los sistemas de gobierno, los niveles de ingreso de sus gobernados, los niveles de salud, educación y seguridad de sus políticas públicas, y el índice de desarrollo humano y bienestar de los mexicanos y los estadounidenses.

La evidencia no deja lugar al dogma, sin embargo, habrá quienes sigan apostándole al pasado, a pesar de ver las condiciones de bienestar que enfrentan los mexicanos.

Lo mismo les ocurre a los habitantes de otros países que le apuestan al futuro, al desarrollo de la nanotecnología, a la promoción de la ciencia en materia de salud; a la robotización de la industria, a la búsqueda de una vida segura y sana, a un estilo y calidad de vida… la diferencia en estas posturas polares se llama bienestar.

La capacidad de abstracción se da en las personas inteligentes, en las mayores de edad psicológicamente, en los que pueden pensar, analizar, contrastar, planificar y ser flexibles.

Creer por creer sólo es válido en el dogma, creer por pensar de manera abstracta es otra cosa. Mientras tanto, en México y los mexicanos existe una crisis de conocimiento científico, de acciones sustentadas en la ciencia, de toma de decisiones al margen de las emociones y basadas en las evidencias, no en ocurrencias.