Por David Uriarte /

 

La fecundación es el inicio del embarazo, un proceso que en los humanos lleva alrededor de 38 semanas, en esta analogía, la fecundación de AMLO para la Presidencia se dio en 1988 con su primera derrota al intentar convertirse en gobernador de su natal Tabasco.

Igual le sucedió en 1994 al volver intentar lo mismo; ya en el 2000 se convierte en jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. En 2006, las cifras oficiales revelan su derrota por un margen de medio punto convirtiéndose en presidente Felipe Calderón; en 2012 AMLO pierde frente a Peña Nieto y prepara su nueva aparición en las boletas de 2018 donde se corona “Presidente Legítimo” de los mexicanos.

Una fecundación en búsqueda del poder político que duró 30 años, al fin; justicia ante la perseverancia. Mientras el embarazo para el producto de la presidencia duró cinco sexenios, el embarazo para una serie de observaciones que lo pueden poner contra la pared, puede durar mucho menos, es decir, el embarazo del poder se dio en 30 años, y el embarazo de los problemas se puede dar en menos de tres años.

La madurez de los procesos que pueden desembocar en problemas nacionales relativos a la economía, la salud y la educación, ya están en camino; crecimiento y desarrollo no es lo mismo, así lo afirma AMLO, y tiene razón. El crecimiento de los problemas en México y su desarrollo, tienen un principio y un final.

Hay que decir también que no necesariamente los problemas en México iniciaron con este nuevo régimen, se pueden catalizar y acelerar su desenlace ante posturas radicales personales, incluso bien intencionadas, pero alejadas de las recomendaciones de los expertos que al parecer han perdido credibilidad ante el Presidente.

El proceso de embarazo representa el espacio y el tiempo para obtener un producto vivo, sano y apto para incorporarse a la vida, a los problemas cotidianos de la vida, su adaptación es la evidencia de su salud.

Si la presidencia de AMLO es producto de un fortalecimiento ideológico en el tiempo, no habría por qué preocuparse ante cualquier infección intestinal, habría que esperar a que sus propias defensas curen cualquier mal interno o externo.