Por David Uriarte /

 

La trasformación de las mentes y la modificación de los procesos del gobierno, son el producto final del metabolismo político.

La diferencia entre Estados Unidos y Venezuela, entre la riqueza y la pobreza, o entre el capitalismo y el socialismo, no sólo es el estilo de vida y las construcciones monumentales y modernistas de un país y la pobreza del otro, es la construcción mental o la jaula del pensamiento que dirige los pasos y la conducta de la sociedad.

El metabolismo político en México tiene postrados a muchos y eufóricos a otros, las nuevas generaciones mastican un modelo de gobierno y políticas públicas construido por un sexagenario, y las generaciones maduras y viejas apenas logran sobreponerse a la sorpresa de la nueva alimentación para sus oídos y su vista; la cuarta transformación.

Hoy las cosas son diferentes, el discurso y las acciones mantienen rumbos distintos, mientras en el pasado se vendía la idea de que todo está bien y de que México era un país de logros y de políticas globales, hoy las palabras más mencionadas por el presidente son la corrupción, impunidad, e inseguridad.

No robar, no mentir y no traicionar, son los rieles por donde se desplaza la esperanza de muchos mexicanos. Cambiar de régimen alimenticio no resulta fácil al humano, y cambiar de régimen político tampoco a la sociedad, se necesita tiempo y tolerancia, tiempo para asimilar los nuevos nutrientes y tolerancia para soportar los cambios propios de un nuevo régimen.

Bajar de peso al obeso y subir de peso al desnutrido es tarea del metabolismo humano, bajar la acumulación de riqueza en unos cuantos y subir el nivel de ingreso en los millones de mexicanos pobres, parece ser la tarea de nuevo metabolismo político.

El sabor, color, olor, sonido, y textura de las nuevas políticas públicas en México, tiene un elemento en común, la lucha contra la corrupción, esta nueva receta tiene motivados a muchos y enojados a otros, sólo el tiempo y los resultados podrán decir lo bueno del nuevo régimen y el éxito del metabolismo político.

Los más motivados son los necesitados de aumentar su ingreso y los asustados son los que tienen muchas reservas.

 

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