Por David Uriarte /
En la gobernabilidad priva el Estado de Derecho, en la ingobernabilidad no. En teoría, el estado de derecho genera tranquilidad, el estado de ingobernabilidad, no.
Cuando se pierde la razón de ser de la ley y el gobierno, es cuando un soldado del Ejército Mexicano, o un elemento de la Guardia Nacional dice, –le falle a México, no pude cumplir la misión–, como en la toma de la presa La Boquilla en Chihuahua.
Las imágenes donde se aprecian pobladores de distintos lugares de la geografía mexicana en franca confrontación con policías municipales, estatales, federales, miembros de la Guardia Nacional, del Ejército y la Marina, cada vez son más frecuentes.
Incluso hemos visto cómo sustraen detenidos de las manos de la autoridad para ejercer justicia en un acto de linchamiento público, actos violentos o más violentos que los reclamados por la autoridad a dichos detenidos.
Ante esta realidad ¿se puede hablar de gobernabilidad? Hay dos respuestas, la generada por la realidad, y la generada por la política. Los tecnicismos legales pueden construir definiciones conceptuales, lo que no pueden hacer es modificar la percepción social del grado de gobernabilidad.
Casetas tomadas, vías del ferrocarril obstruidas, carreteras federales ocluidas, oficinas gubernamentales tomadas y vandalizadas, ¿y el Gobierno? La idea no es convencer a nadie, la idea es describir y categorizar los hechos, si estas conductas definen la gobernabilidad o la ingobernabilidad, o poquito de cada cosa, o son otros datos los que tiene el Gobierno, pues así será.
No son las buenas intenciones, caprichos, o posturas ideológicas lo que mantiene el estado de derecho en un país, para eso existen la ley y el gobierno, un marco regulatorio de la conducta social, y una obligación constitucional que le asiste al gobernante.
Los estallidos incipientes de grupos bien definidos, pueden ser los pródromos de una fractura social, de una descomposición que presagia enfrentamientos y rivalidades desbordadas… en fin, puede ser el principio de un ciclo y el fin de otro, puede ser la transición inducida.
Seguridad, educación, economía, salud, y bienestar, indicadores medibles del desempeño de cualquier gobierno.