Por David Uriarte /
Comprender el significado de estas siete letras puede marcar la diferencia entre la guerra y la paz. El respeto va mucho más allá de detenerse cuando la luz del semáforo está en rojo; nace de la conciencia, de entender la simetría entre derechos y obligaciones, y comienza cuando una persona frena el impulso de gratificación inmediata.
Albert Einstein dijo: “Todo aquello que el hombre ignora, no existe para él; por eso, el universo de cada uno se resume en el tamaño de su saber”. Esta idea aplica a la dimensión del respeto. Muchas personas no advierten que desconocen aquello que ignoran; viven a merced de impulsos e instintos. La capacidad de abstracción, de pensar, razonar, discernir, analizar o comparar les resulta ajena. Predomina el instinto reptiliano, y algunas personas llegan a defender su impulso sin recurrir a la razón empática. Esto ocurre porque no conocen el procesamiento racional y, menos aún, el de la empatía.
La dimensión del respeto se relaciona de manera directa con la dimensión de la conciencia, con la capacidad de comprender el significado de la palabra semejante y con un aprendizaje donde la prudencia guíe la conducta, la palabra y el juicio. Una dimensión sana del respeto acepta gustos distintos en todas las esferas de la vida: música, comida, diversión, orientación sexual, normas de urbanidad, religión, política, filias y fobias. El respeto reconoce que la esencia de la diversidad reside en la diferencia. Incluso, la diversidad se mantiene dinámica, como la vida misma, mientras el respeto permanece como referente ante cualquier cambio.
La dimensión del respeto resulta limitada en mentes rígidas donde solo cabe una razón convertida en dogma. Estas ideas pétreas, sin apertura al análisis ni a otras ópticas, excluyen el respeto a la diferencia. En estos casos, la sana distancia representa el mejor camino. La apertura a otras experiencias, puntos de vista, paladares, capacidades y potencialidades refleja plasticidad de la inteligencia; aferrarse a la idea de una verdad universal evidencia retroceso evolutivo.
La dimensión del respeto guarda proporción con la inteligencia: a mayor respeto, mayor sabiduría; a menor respeto, menor evolución. La ausencia de respeto señala de forma clara un pensamiento obtuso. La dimensión del respeto ajeno se revela, con frecuencia, en los pequeños detalles.















