David Uriarte /
No hay necesidad de decir que alguien miente cuando se habla de la elaboración de fentanilo en México, son simplemente imprecisiones de parte de las autoridades, o percepciones distintas de la realidad entre sociedad y gobierno.
Un periódico local informa “Derivado de labores de investigación de campo, se identificó a un sujeto como posible responsable de la fabricación y confección de fentanilo, en el municipio de Elota, Sinaloa, por lo que se desarrollaron diferentes líneas de investigación”, al mismo tiempo, la cuenta de X, de Omar García Harfuch, publica -Con la información obtenida, el día de ayer se realizó un despliegue, lo que dio como resultado la detención de Joel “N”., identificado como operador de una red de distribución de fentanilo y responsable de la operación de laboratorios clandestinos en Elota Sinaloa-.
En el régimen de AMLO, la entonces secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, actual secretaria de Gobernación, aseguró frente a las autoridades de Estados Unidos, que en México no se elabora el psicotrópico fentanilo. Sin embargo, hay muchos presuntos delincuentes vinculados a proceso por el tráfico de fentanilo, incluso, uno de los golpes más fuertes a los grupos criminales, se dio en Sinaloa, en el municipio de Guasave, fue nota nacional y parte de la presentación de trabajo del actual secretario de Seguridad Pública federal.
A este generador de violencia como dice la narrativa informativa oficial, detenido en la ciudad de México el día lunes 27 de enero, lo asocian a un grupo delictivo en Sinaloa, y al tráfico de fentanilo y responsable de la operación de laboratorios clandestinos.
Sacar del mercado los precursores de fentanilo, el propio fentanilo, su transporte, distribución, comercialización, y no se diga su consumo, es tarea titánica, se antepone la ley de la oferta y la demanda, mientras la demanda prevalezca, su comercialización también.
Nadie puede negar la criminal acción de distribuir o vender cualquier psicotrópico, y el atentado a la salud pública cuando miles de consumidores se están dañando su cerebro, destrozando las expectativas de sus familias, acabando con sus vidas, la economía familiar y la seguridad pública cuando victimas de la intoxicación delinquen.
No se puede solucionar un problema cuando se niega. Ponerse de acuerdo con la realidad y no negarla, es el primer paso.