Las separaciones amorosas, las enfermedades y el periodo de recuperación, la jubilación, el tiempo anterior y posterior a los cambios de residencia o vivienda, la pérdida de empleo, el proceso de indecisión o que lleva tomar una decisión laboral/ personal son algunos ejemplos de estar en una transición.

Las etapas de transición de la vida pueden ser desconcertantes, pero también representan una gran oportunidad para reinventarse y crecer. Hablemos de estas situaciones de transición y de lo que podemos hacer cuando nos sobrepasen.

Transición es un preámbulo del cambio, estamos  en transición cuando nos encontramos en un periodo entre lo que lo que ha sido y lo que puede llegar a ser. Se siente como estar en pausa. Es desconcertante, confuso, inclusive, puede sentirse desagradable porque no nos sentimos nosotros mismos.

¿Qué hacer? ¿Qué rumbo tomar? Ignoramos cómo se desenvolverán las cosas o cómo se resolverá un problema. Probablemente no sabemos lo que queremos, o tenemos una ligera idea, en  ocasiones la resolución o el desenlace no depende de nosotros al 100% por lo que existe incertidumbre y descontrol.

Transición Profesional o Laboral

¿Recuerdas la última ocasión que comenzaste a sentirte a disgusto con circunstancias de tu empleo?, tal vez comienzas por sentir que el horario es demasiado largo, o que tu jefe no es una persona accesible o digna de admirarse, te  percatas que tu labor no se reconoce, que el clima laboral presenta tensiones entre las diversas áreas de la empresa o que las condiciones de trabajo son precarias.

Así continúas dándote cuenta de cosas que no te agradan, hasta que surge la idea de cambiarte de trabajo, pero, ¿a dónde ir? Si no te mueves pronto, empiezas a sentirte mal los domingos por la tarde y ya no encuentras motivación para levantarte por las mañanas para ir a trabajar.

Comienza la transición; estás pensando en un cambio de rumbo profesional, o  tal vez, comienzas a deliberar en cambiarte de empleo o no.  Surgen miedos, inseguridades, indecisión que marcará una etapa en tu vida, hasta decidirte, entonces  ya sea que entres a trabajar a un nuevo lugar o te percatas que donde estás actualmente es el mejor lugar para trabajar.

Transiciones de índole existencial son aquellas en las que pierdes tu rumbo profesional mientras lo reencuentras. Son etapas que te llevan a hacer algo diferente, algo más trascendente, plantearte la independencia, poner un negocio, lanzarte por tu cuenta.

Convertirte en tu propio jefe que posee inimaginables satisfacciones, porque puedes desplegar tus talentos, potencial y creatividad, sin limitaciones impuestas por otros.

Más ejemplos de estar en una transición son las siguientes:

Terminar una carrera, una maestría, doctorado y buscar un empleo
Jubilarse
Dejar de trabajar o no para criar a los hijos
Planear y/o decidir en tomarse un año sabático
Diseñar la estrategia para administrar apropiadamente el patrimonio para vivir de ello en el mediano o largo plazo
Todas las cuestiones relacionadas al trabajo o actividad creativa que nos plantean la pregunta: “¿Qué sigue?”
Transición Personal

Otra etapa de transición es cuando piensas en terminar una relación amorosa, noviazgo o matrimonio.

Este tipo de decisiones son muy difíciles por la carga afectiva que conllevan, no es fácil dejar a alguien que se amó o que aún se ama, sobre todo cuando hay hijos surgen innumerables preguntas como ¿estaré tomando la mejor decisión? ¿Habrá manera de continuar, de sanear la relación? ¿Podremos encontrar soluciones a nuestros problemas? O pensamientos como “No deseo separarme, pero no quiero seguir sufriendo.”

Cuando las parejas finalmente se deciden a buscar ayuda profesional también es entrar en un periodo de transición, o si rompen también estarán en transición, cabe  mencionar que la relación inmediata después de separarse usualmente es una de transición, pero puede o no llegar a ser permanente.

La adolescencia y la menopausia podrían representar etapas de transición entre uno y otro periodo para recuperar la estabilidad y equilibrio.

Pensar en tener un hijo es una etapa de transición, así como la es después de un aborto.

Igualmente entramos en una transición tras la muerte de un ser querido, y  dependiendo del parentesco o cercanía será más duradera.

Si se vivía con la persona involucra estar rodeado de sus artículos personales, lo que hace muy difícil ese periodo posterior, si se trata de los hijos que pierden a un padre, y ya no está su pareja, igualmente será un proceso largo de desapego y decidir qué hacer con las pertenencias del ser que ha partido.

La muerte siempre trae una etapa de transición muy importante y larga, mientras se elabora el duelo y se acomodan los sentimientos, pensamientos y costumbres, ciertamente  esta es una de las más dolorosas etapas de la vida, como las siguientes situaciones.

Si enfermas entras en una transición entre un estado de enfermedad hacia un estado de salud.

Cuando envejecemos o los padres envejecen entramos en etapas de transición debido a las nuevas condiciones que sorprenden y desequilibran, provocando hondos sentimientos de frustración, dolor, tristeza y confusión. Mientras se encuentra en una estabilidad, estaremos en transición.

Y entonces ¿qué hacer?

Estas etapas en la vida podrían ser difíciles porque hay que reacomodar, reestructurar, y/o tomar decisiones difíciles y complejas.

En muchas ocasiones se requiere hablar con otras personas, llegar a acuerdos, enfrentar el malestar de otros, negociar, buscar para encontrar, definir lo que se quiere en el trayecto.

Es un periodo de confusión precisamente porque no nos sentimos estables o seguros dentro de la situación, del rumbo a tomar, podemos tener infinidad de dudas y pocas certezas, por  lo mismo puede ser una etapa muy angustiante.

Sin embargo, las transiciones son oportunidades sumamente valiosas, nos permiten analizar la problemática actual basándose en la experiencia, a fin de buscar las causas del problema y formas de resolverlo, pero también surge una creatividad inimaginable y aprovechable en muchos sentidos para encontrar nuevos caminos, relaciones, opciones.

Las transiciones, muchas veces acompañadas de grandes cambios en nuestras vidas representan valiosas lecciones y aprendizajes de la vida, que de otro modo no habríamos aprendido.

Por ejemplo, cuando nos duele mucho una ruptura sentimental, eso nos dice que somos capaces de amar de una manera profunda e intensa, y  esa separación a la larga nos hace madurar y nos enseña muchas cosas que de otra forma no hubiésemos aprendido acerca de las relaciones amorosas y la vida.

Si capitalizamos las transiciones pueden ser periodos de gran creatividad, de definiciones, de cambios de rumbo hacia el logro de los sueños más anhelados o que parecían imposibles.

Cuando te encuentras ante una disyuntiva, ten paciencia y reconoce que estás en una transición que solo traerá cosas buenas al final, a  veces estamos frente a una Y, ¿hacia dónde? Realmente creo que es mejor fluir y no forzar decisiones de ningún tipo.

Tal vez es mejor dejar que la vida nos indique el camino, pues la vida siempre acomoda las situaciones y nos da las señales y mensajes para que podamos tomar la mejor decisión, cuando  escuchamos nuestra voz interna, no nos equivocamos. Ahí yacen las respuestas. Pero si no puedes ver claro o escucharte, recurre a una persona objetiva que te ayude a deshacer los nudos o a ver lo que aún no puedes ver.

Cuando se trata de la muerte de una pareja o un hijo, la vida nos brinda oportunidades para crecer y aprender, tal vez  nos dice que hay otros hijos que merecen atención y amor, o que el amor correspondido ha sido un regalo.

Perder a alguien querido, al final nos deja la maravillosa experiencia en todos sentidos de haberla conocido, y esa persona nos ha dejado enseñanzas que recordamos todos los días y que nos servirán a lo largo de TODA nuestra vida, su vida nos hizo mejores personas cuando pensamos en todo lo que significó esa relación, en lugar de simplemente lamentarnos por su partida (lo cual es inevitable).

Las transiciones son parte de la vida, no  te asustes, cuando lleguen, afróntalas y entra en ellas con la confianza que al final del recorrido estarás en un lugar mucho mejor al que te encontrabas, seras  una persona diferente, más feliz, más realizada, más segura.

No te quedes en el miedo ni la amargura, sin sentido de fracaso porque no es fracaso. Si acaso son errores, o lo que para mí son, valiosas experiencias para aprender y enormes oportunidades para crecer. Nada es fracaso, nada es vergonzoso, ni separarte, ni cambiar de empleo o rumbo profesional si todo ello te lleva a la felicidad.

Quedarte en un empleo o matrimonio infeliz por el status  es cobarde, si ya nada se puede hacer, es mejor irse, es más meritorio ser honesto y valiente, que vivir una vida falsa, porque al final serás ejemplo de ser una persona que afronta la vida con valentía para lograr su felicidad. Toma pasos firmes a pesar del dolor, del miedo, de la angustia con el fin de encontrar tu felicidad y equilibrio, es  reencontrarte con quien realmente eres, para no ser alguien que no eres ni quieres ser.