Por David Uriarte /

Pueden ser decenas de reclamos pero todo se reduce a tres: economía, salud y seguridad. Esos serán los tres reclamos de la sociedad a los candidatos cuando busquen el voto.

Poco puede hacer cualquier candidato cuando de mejorar la economía del ciudadano se trata, no importa el color o filosofía del partido, economía implica empleo y desempleo, trabajador y patrón; emprendedor y oportunidad, ingresos y gastos, familia y bienestar, pobreza y riqueza, es decir, siempre hay una dualidad en cualquier variable, más en la económica.

Sin dinero no hay nada aunque suene neoliberal, el dinero es la fuente del crecimiento y el desarrollo de cualquier sociedad en el mundo, la capacidad de compra determina la fortaleza económica de la familia.

Alimentación, vestido, calzado, techo, educación, salud, deporte, vacaciones, y todo lo indispensable para un estilo de vida digna, requiere dinero.

El tema de la economía será la primera bofetada que recibirán los candidatos cuando por tierra o vía electrónica se confronten con los electores y no podrán solucionarlo con promesas… El dinero para obras del gobierno depende de los que pagamos impuestos; el dinero que se reparte a los grupos vulnerables, depende de los que pagamos impuestos; el dinero para mantener la burocracia depende de los que pagamos impuestos; incluso, el dinero del bolsillo de los trabajadores depende de los que pagamos impuestos. Cuidar a los que pagan impuestos es otro tema.

La segunda bofetada de la sociedad a los candidatos será la relativa a la salud pública; ¿Cómo asegurarles una cama hospitalaria, atención de calidad, medicamentos, oxigeno, cuidados intensivos, y todo lo relativo a una atención médica digna?

Y la tercera bofetada por decir lo menos, será el tema de la seguridad pública. No es humanamente posible que un candidato se atreva a decir cómo reducirá los índices de violencia e inseguridad pública; no se trata de promesas, ilusiones o esperanzas, la madurez de la sociedad no permite más discursos vacíos, la sociedad espera soluciones medibles.

Ante la inminencia de tales reclamos, los candidatos deben estar cocinando un coctel con sabor agridulce.