Por David Uriarte /

En las crisis donde la selección natural cobra su cuota, es como en las pandemias que van a dejar a muchos enterrados, otros discapacitados, otros en sufrimiento eterno, algunos asustados, y pocos ricos o beneficiados.

En la crisis por la inseguridad y la violencia, muchos ya fueron dados de baja como se dice en el argot delictivo, otros quedaron discapacitados, con secuelas temporales o permanentes, otros sobrevivieron pero perdieron algún miembro de su familia, otros siguen asustados por la cercanía de los hechos o por ser testigos de levantones u homicidios, y aunque poco se piensa en ello, algunos salieron ganando y robustecieron sus finanzas, este es el caso de los parques funerarios, los hornos crematorios, las funerarias, los servicios de salud privados, farmacias, material y equipo quirúrgico, las unidades de cuidados intensivos, y algunos médicos especialistas en el área quirúrgica o clínica.

Cuando se dice que la sociedad se autorregula, la reflexión tienen que ver con las decisiones individuales o familiares para sortear la crisis, en este caso, desde el 25 de julio del año pasado, pero más desde el 9 de septiembre, familias completas decidieron migrar de ciudad, salir de Culiacán para establecerse temporal o definitivamente en distintos estados de la república y el extranjero, pocos se fueron a Europa y Estados unidos, muchos a la Ciudad de México, Jalisco, Puebla, Nuevo León, Baja California, Baja california Sur, en fin, el pensamiento de muchos es que es más seguro en cualquier lugar menos aquí.

Cuenta del abandono territorial, lo dan las escuelas públicas y privadas que han visto mermada su matrícula y su asistencia derivada de la crisis.

El que nada debe nada teme, reza el refrán, sin embargo, los daños colaterales como las muertes de inocentes y niños, levantados y desaparecidos que han estado en el lugar equivocado en el momento equivocado, promueven la idea de abandonar la ciudad.

La autorregulación de la sociedad implica acomodarse para seguir su rumbo, ni se puede aplaudir la ola de violencia, ni se puede entender como el infierno… es producto de la idiosincrasia, parte de la evolución antropológica de la especie y la evolución social contemporánea, especialmente en el noroeste del país.

Una sociedad autorregulada, busca sortear su realidad, no es el puritanismo el camino, es la inteligencia y el respeto a la vida.