Por David Uriarte /

Por fortuna, la tragedia que sigue no es para todos, por desgracia, para muchos será una segunda tragedia.

En la pandemia se formaron cuatro grupos, los desobedientes, los que se asustaron, los que se enfermaron, y los que se murieron.

Los desobedientes tienen un perfil psicológico vinculado al conflicto no resuelto con la figura de autoridad; los asustados son personas normales, previsoras, con juicio sano. Los enfermos en gran medida son personas que arrastran otros padecimientos, como obesidad o sobrepeso, hipertensión, diabetes o enfermedades cronicodegenerativas, o simplemente un estado inmunológico deficiente. Los fallecidos no soportaron la letalidad de la enfermedad, o fueron negligentes en la búsqueda de ayuda creyendo que sola iba pasar la enfermedad, o bien, la pobreza fue el mecate que cerro su ataúd.

La siguiente tragedia, es la tragedia del duelo no resuelto; los desobedientes, los miedosos y los recuperados, son los sobrevivientes a la pandemia. Algunos, serán familiares de los fallecidos por COVID-19, que no pudieron despedirse de su enfermo.

El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, dijo este sábado 2 de mayo, -no pueden realizarse funerales a las personas que fallecieron a consecuencia de COVID-19-.

Desde la hospitalización hasta su muerte, los pacientes infectados por coronavirus no reciben visita de amigos o familiares. Al reclamar el cuerpo, las estrictas medidas sanitarias impiden el contacto con el fallecido, y ordenan su cremación o inhumación inmediata, de tal manera que no hay tiempo ni espacio para procesar un despido psicológico al viaje sin retorno.

Esta es la tragedia que sigue después de la muerte por COVID-19, la tragedia de un duelo no resuelto, la negación de una realidad abrupta que deja a familiares y amigos en la fantasía esperanzadora de que fuera un sueño.

Muchos quieren creer que la ausencia repentina e irreparable de la muerte de su familiar o amigo, no es cierta, tienen que trabajar el duelo por la perdida, mientras no integren la experiencia, su vida estará marcada por una negación frustrante que no les permitirá vivir felices.