Por David Uriarte /

Esta es la pregunta obligada a todos los candidatos perdedores; en otras partes del mundo como en los Estados Unidos, la democracia se reduce como en un embudo donde sólo caben dos o tres partidos, claro, también tenemos países donde sólo un partido y un dictador gobiernan.

En México hay diez partidos con registro, más los partidos locales y las asociaciones que se enfilan rumbo a la construcción de nuevos partidos políticos.

Sólo hay dos causas por las cuales México es nido de tantos partidos: porque ven en ellos una mina con muchas prerrogativas, o porque creen en la democracia participativa y multipartidista.

Aquellos partidos que llevan años siendo marginales, es decir, partidos que en cada elección apenas rebasan el 3%, dejan evidencia de su ineficacia y su complicidad con otro u otros partidos, en consecuencia, las y los candidatos afiliados o externos de estos partidos, desde el inicio de las negociaciones para su postulación a puestos de elección saben o conocen el pronóstico político de su decisión.

Una cosa es la fantasía legítima de un ciudadano convencido de sus potencialidades para ayudar a la sociedad desde la trinchera del gobierno o la representación, y otra cosa, es prestarse a ser instrumento de negocio o negociación de un partido político satélite de otro.

Así como hay equipos de futbol que duran décadas en búsqueda de un campeonato, así hay políticos que duran años en la fila de espera para ser gobernador, presidente municipal, senador, diputado federal o local y hasta síndico municipal o comisario.

El ejemplo de Sinaloa es impresionante como seguramente lo serán los otros 14 estados que se encuentran contendiendo por la renovación de la gubernatura y presidencias municipales.

En Sinaloa tendríamos que hacerle esta pregunta a todos, pero principalmente a cuatro candidatos: Mario Zamora y Rubén Rocha, Faustino Hernández y Jesús Estrada. Por supuesto que la pregunta es para todas las y los candidatos que dejaron parte de su vida y algo más en este proceso electoral, no es lo mismo dos equipos de campaña que ocho equipos sólo para la elección de gobernador… ¿Quiénes volverían a repetir la experiencia?