Por David Uriarte /
La pandemia destapó la realidad de un sistema de salud pública encerrada en las estadísticas, recomendaciones y normas técnicas como la presentada hoy por el subsecretario Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, “Guía clínica para el tratamiento de la Covid-19 en México”.
Entre el semáforo epidemiológico, las guías clínicas, y los decretos regulatorios de las actividades económicas y sociales de los mexicanos, los estados y municipios han hecho lo que han podido con lo que tienen; a veces la infraestructura más operativa ha sido la voluntad política de sus gobernantes más la obediencia y disciplina de sus gobernados.
El gobierno tiene sus funciones bien definidas y la sociedad también. El pueblo paga con sus impuestos el salario y las obras del gobierno, y el gobierno cobra por hacer y hace con el dinero del pueblo, esta ecuación lógica en un sistema de República, demuestra su debilidad ante una contingencia sanitaria de magnitud pandémica.
El choque de extremos está dibujando un caos sanitario, el extremo de creer que el gobierno es el responsable del cuidado personal, y el extremo de creer que las personas son responsables del sistema de salud pública.
El cuidado e higiene personal forma parte de la identidad y la conciencia de la vulnerabilidad humana, del pensamiento juicioso que induce al autocuidado; el sistema de salud pública es la complejidad de leyes, reglamentos y normas sanitarias que regulan de alguna manera la conducta ciudadana relativa a preservar y promover estilos de vida saludables, proporcionando un modelo de medicina preventiva, primer nivel de atención, servicios de hospitalización de segundo y tercer nivel con áreas de investigación clínica.
Cuando cada quien asuma su responsabilidad: los ciudadanos en el autocuidado y el gobierno con la promoción de la salud, medicina preventiva, medicina de primer nivel y atención hospitalaria… entonces la encrucijada se desvanece dando paso a una salud personal y publica donde la vejez será el enemigo a vencer y no las enfermedades prevenibles por vacunación o prevenibles por acción personal.
Una persona que no se cuida está destinada a una muerte prematura.