Por David Uriarte /
La caída de las torres gemelas de Nueva York en uno de los países más poderosos del mundo, no se debió a problemas estructúrales o defectos en su construcción, se debió o fue producto del pensamiento de un grupo de personas, alguien anidó la idea, la socializó entre sus iguales y la materializaron.
El holocausto o genocidio que tuvo lugar en Europa durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial en 1933, de debió a la creencia de los alemanes, ellos pensaban que eran una “raza superior”, que los judíos eran “inferiores” y que representaban una amenaza para la denominada comunidad racial alemana.
En la actualidad, imaginemos a un Presidente que se le ocurra creer o pensar que los ricos son una amenaza para el pueblo, que hay que quitarles el dinero y los bienes, y repartirlos entre los que no tienen; o que piense sustituir la actividad comercial por actividades de estado, es decir, que los servicios que proporcionan los particulares en la industria y el comercio, sean sustituidos por el Gobierno… todo por la forma de pensar, por la salud mental del que manda y decide sobre la voluntad de un pueblo.
En este momento, hay países donde sus habitantes no pueden contradecir o pensar diferente a su mandatario o gobernante porque son víctimas del régimen y terminan encarcelados, o confinados al exilio de trabajo forzoso.
La seducción es uno de los grandes atributos de los líderes, causan admiración, credibilidad y respeto, sin embargo, la paranoia, las obsesiones y la esquizofrenia, pueden ser las vestiduras de un trastorno del pensamiento sutil y encantador con resultados catastróficos.
Hitler movía a su ejército de creyentes, el holocausto es su insignia, Fidel Castro duraba horas y horas con sus discursos hipnóticos en una Isla que se convertiría en cárcel de sus habitantes; Nicolás Maduro en Venezuela le sigue los pasos a Fidel Castro y suma a su comparsa a López Obrador de México… ¿Cuál será el escenario que dejará López Obrador en el 2024?
La salud mental no es cosa menor en los humanos, pero tratándose de los gobernantes, representa un arma de dimensiones letales o salomónicas. La salud mental se mide en la conducta humana.