Por David Uriarte

Desde el siglo pasado, las instituciones encargadas de la SEGURIDAD PÚBLICA ESTATAL Y MUNICIPAL, han buscado la forma de prevenir, evitar o disuadir los delitos, gobiernos van y gobiernos vienen, unos de un partido otros de otro, sin embargo, la estadística delictiva no se quiere rendir ante los embates de su disuasión.

Se conforman o crean organismos alternos o paralelos a las corporaciones policíacas, se busca la profesionalización, se busca el control, se privilegia la confianza en los nuevos elementos policiales, sin embargo, a pesar de la tecnología, métodos y protocolos de ingreso y formación policial, el éxito se escapa de las mejores intenciones gubernamentales, así lo revelan las estadísticas delictivas de México, Sinaloa, y particularmente Culiacán.

Aplicaciones telefónicas denominadas Apps, botones de pánico, números de emergencia telefónica internacionales, nacionales, locales, consejos ciudadanos, mesas de seguridad, y una serie de estrategias para disminuir la inseguridad se han implementado con resultados estreñidos, limitados, o poco halagadores.

Sin duda la mejor estrategia para promover la seguridad pública es construir ciudadanos de bien, personas prudentes, respetuosas, honorificas, personas cuya conducta esté motivada por el bien al prójimo, así de sencillo y así de difícil.

Los delincuentes no se producen por generación espontánea, se incuban en el frío de la ausencia, abandono, ejemplo, y rechazo de los padres y la familia, que bueno que se instrumenten operativos tecnológicos como los Centros de Comando, Control, Comunicaciones, Computo, e inteligencia, (C4), que bueno que se busque eficientizar su operación y pasarse de una institución a otra, pero más bueno sería no necesitarlos.

Las cámaras de videovigilancia llegaron a convertirse en los ojos de la seguridad publica en ciudades importantes por su densidad poblacional, sin embargo, los reportes históricos señalan dos complicaciones operativas; su destrucción y sus fallas técnicas.

Hay cientos de casos de éxitos donde los servicios periciales han resuelto crímenes o delitos a través de las cámaras de videovigilancia, ojalá las nuevas disposiciones donde deja de operarlas el Secretariado Ejecutivo y las retoma la Secretaría de Seguridad Pública, den los resultados esperados, en estas fechas su destrucción o vandalización es frecuente.

Sin ojos, los delincuentes no se ven.