Por David Uriarte /
El único requisito para morir es estar vivo. No importa la edad, hay productos que fallecen en la etapa prenatal, personas que la muerte pasa por ellos hasta después de un siglo de vida, aunque el promedio o la esperanza de vida en México ronda los 75 años, la persona puede ser la más rica del mundo, la mejor nutrida, la que más ejercicio hace, la que más descansa o la que más trabaja, no hay atributo o clasificación que escape a la muerte.
Haciendo a un lado las muertes violentas, aquellas producidas por la voluntad criminal, o las muertes anunciadas por enfermedades incurables, debilitantes, crónicas, o neoplásicas (cáncer), y los accidentes, hay tipos de muertes raras, impredecibles y por supuesto inesperadas.
Muertes en condiciones extrañas donde la medicina forense es el único camino para establecer el cronotanatodiagnóstico, en otras palabras, es la autopsia la que determina cuánto tiempo ha pasado desde el momento de la muerte hasta el momento en ser encontrado y cuál fue la posible causa de su muerte.
Hace días, la sociedad se enteró por redes sociales de la desaparición de un hombre deportista cuyo hobby era el motociclismo por rutas de difícil acceso, la adrenalina derivada de enfrentar retos personales y superar su propia marca, hace que estos deportistas lleven al límite su capacidad física, el esfuerzo propio de una actividad cuya tensión neuromuscular es producto de la habilidad, tiene agravantes como las condiciones climatológicas de lluvia y temperaturas agobiantes que deshidratan en menos de dos horas a cualquier superhumano.
El cansancio propio generado por ciertas disciplinas deportivas como el motocross y enduro, puede agotar la resistencia física y emocional a tal grado que la desorientación e incapacidad para mantenerse de pie puede agravar o potencializar cualquier riesgo derivado de una caída, la obnubilación mental mantiene un estado de indefensión donde el deportista es incapaz de defenderse de un enjambre, o del ataque de cualquier serpiente, incluso la deshidratación severa o el golpe de calor pueden desconectar al motociclista y quedar a la deriva con resultados fatales si no es auxiliado por sus compañeros de ruta.
Hay muchas formas de morir, todas son lamentables, más cuando se trata de jóvenes deportistas, la soledad no es buena compañía, menos en los climas extenuantes.