Por David Uriarte /

No todo es malo en los procesos electorales, si bien es cierto que son espacios donde afloran los indicies de maldad desconocidos, donde se exhiben las miserias de pensamientos sociopáticos en busca de un pedazo de poder político o gubernamental, también es cierto que participan ciudadanos con la mejor de las intenciones, personas preparadas política y académicamente, personas con capacidad económica que no necesitan vivir de la nómina del gobierno.

Lo bueno de las campañas electorales es que duran poco tiempo, en tres meses serán historia, lo malo es que desde un año antes empiezan los tiros de calentamientos partidistas y aunque técnicamente no se les llamen campañas en la práctica son lo mismo, ahora les llaman precampañas, intercampañas y campañas.

Taladrar los oídos de los mexicanos con más de 52 millones de anuncios de los candidatos en radio y televisión, será una tortura superada en 90 días, aunque desde hace un año la contaminación visual y auditiva se viene presentando, aunque le llamen de otra manera.

Lo bueno de las campañas electorales, es que ponen a prueba la inteligencia de un pueblo, cobra vigencia el principio que afirma “cada pueblo tiene el gobierno que merece”, aunque no necesariamente es así, más bien aplica el adagio, “el que tiene más saliva traga más pinole”, la capacidad para convencer es la magia que transforma la percepción en realidad.

Lo bueno de las campañas electorales, es que pondrán a prueba la inteligencia del partido en el poder y la inteligencia de la oposición, por lo menos, el partido en el poder hizo que gran parte de la oposición se aglutinara en torno a un sólo objetivo: recuperar el poder político.

Lo bueno de las campañas electorales, es que concientizan a las nuevas generaciones de la importancia de la participación cívica a través del voto; ya es tiempo que todo mundo entienda que no es la queja el instrumento para fortalecer la democracia, es el voto, es la conciencia de ir a las urnas manifestando la simpatía por tal o cual candidato, no es la queja el instrumento de la democracia.

Lo bueno de las campañas electorales, son las estrategias sanas, que también existen, para informar a la sociedad sobre el rumbo del gobierno y sus alcances, demostrar los riesgos si es que existen y proponer estrategias de beneficio social o a los grupos vulnerables.

La política tiene cosas buenas.