Por David Uriarte /

Los ricos y los pobres, con seguridad y salud tienen garantizado el bienestar. Todas las palabras y discursos de quienes buscan gobernar el país, se vuelven vacías si la seguridad y la salud sigue siendo una asignatura pendiente para el gobierno y los gobernados.

¿Cómo pretende alguien que se le crea si la realidad lo desmiente? El cinismo, el desconocimiento, y el dolo, agrupan a los candidatos, en primer término, aquellos que conociendo la realidad donde los números son el rostro del sufrimiento humano, sabiendo del efecto devastador de tanta muerte violenta y tantas carencias en el sistema de salud, se atreven a decir lo contrario como si se tratara de un engaño imperceptible; estos son los cínicos.

Aquellos candidatos boquiflojos que sólo buscan aparecer en la escena política, víctimas de las negociaciones partidistas, llegando a creer que sirven o que son inteligentes, buenos para la perorata, aficionados al histrionismo, aquellos que se sienten pagados con sólo aparecer en los medios, aquellos que siguen creyendo que lo importante es que hablen de ellos, aunque sea mal, pero seguir en la arena político partidista.

Éstos, pertenecen al segundo grupo, a los que desconocen la realidad, aunque conozcan los números… una cosa son los datos, otra la información, y otra el conocimiento, ellos deberían sacar cita en una institución de salud pública para que conozcan además de las siglas, el funcionamiento y la eficacia de los servicios médicos.

El tercer grupo, aquellos que conocen las entrañas de la eficacia del sistema de seguridad pública y de los servicios de salud, aquellos que saben de las políticas públicas fallidas en estas dos áreas vitales para la sociedad mexicana; estos candidatos que no se ruborizan cuando presumen las estrategias de seguridad, aunque escurran veneros de sangre y escuchen el clamor del sufrimiento de los huérfanos, las viudas, y las madres que han perdido hijos a manos del crimen organizado.

En este tercer grupo de candidatos que buscan la simpatía de los votantes, sabiendo y conociendo la realidad en materia de seguridad pública y en los servicios de salud, justificando lo injustificable y prometiendo lo que no será, están aquellos con un índice de maldad de tal grado que el dolo sólo es una palabra para ellos.

La seguridad y la salud, así como la educación y la economía, son lo primero que hay que mejorar en México.