Por David Uriarte /

Las expectativas de la sociedad en relación al primer debate rumbo a la Presidencia, son suficientemente bajas como para superar las expectativas de la sociedad frente al eclipse de sol, un fenómeno astronómico que se repetirá dentro de muchas décadas.

Se debe señalar o separar dos grupos o clasificar a la sociedad en dos: aquellos ocupados por ganar las elecciones en tanto pertenecen a la clase política como candidatos, miembros, simpatizantes, o empleados de partidos políticos, incluyendo a los empresarios del marketing político como empresas encuestadoras, medios tradicionales de información y redes sociales. Y aquellos que no les interesa en absoluto la política a pesar de ser críticos o quejarse del gobierno y sus representantes sociales en las cámaras.

Pareciera que las críticas y comentarios fueron hacia el INE y el proveedor encargado de producir y difundir el contenido del debate.

No hubo novedad, los discursos y posturas ideológicas son las mismas de campaña, hicieron un resumen de sus posturas y propuestas, como siempre, no respondieron al cómo, se perdieron en el bosque de los ideales y se encontraron en el cuadrilátero de la crítica, el señalamiento personal, y la burla mutuamente correspondida.

Entre posturas simplistas como usar el lenguaje de señas, la habilidad para evadir respuestas a preguntas puntuales, o insistir en temas evidentes como lo relativo a la crisis del sistema de salid, se pasaron dos horas de una producción accidentada y unos discursos aburridos y desesperados.

El post debate se puso mejor entre Epigmenio Ibarra y Germán Martínez, ambos tomaron una dirección alterna al debate, el Senador Germán Martínez descubrió el pasado laboral de Epigmenio, un pasado asociado a los gobiernos priistas desde Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. Epigmenio no dejó pasar la oportunidad para señalar al Senador Martínez de formar parte de lo que critica en tanto fue servidor público en el gobierno de AMLO.

Entre dimes y diretes se comieron el tiempo y el encrespamiento de Epigmenio Ibarra fue evidente con un temblor fino de los dedos de las manos, mientras Germán Martínez no alcanzó a usar las evidencias o datos duros que traía en forma impresa.

Mucho que hacer por parte del INE en el segundo debate, mucho que hacer por parte de las y el candidato, y más de la sociedad.