Por David Uriarte

 

Parece hipnosis colectiva que mira cifras y cifras, comparaciones y más comparaciones de lo que pasa en México, todo indica que hay dos grupos polarizados, los que buscan que las cifras bajen, y los que quieren que las cifras suban.

Los que buscan que las cifras negativas bajen, son los que ostentan el poder en el nuevo régimen de gobierno, los que quieren que las cifras suban son los adoradores del poder que perdieron.

Todos, absolutamente todos los mexicanos debieran tener un sólo objetivo, el bienestar social. Mientras se busque la compra del poder político y se olvide lo elemental como la seguridad, la salud, la educación y el ingreso digno de las familias mexicanas, la cuota de inseguridad seguirá siendo el número de muertos.

Suena catastrofista, sin embargo, la barbarie se escurre por todos los rincones de la geografía nacional, el espectro maligno va desde el miedo, pasando por el sufrimiento, la agonía y la muerte ¿quién desconoce en México el riesgo de vivir sorteando la inseguridad todos los días?

Se puede inferir que hay dos categorías de familias mexicanas: las víctimas del delito, y las que lo van a ser; las víctimas se clasifican en las que lo pueden contar y las que no.

Esta clasificación sólo describe la realidad de un México poco lindo y muy querido, un México de contrastes e ideales, de gente trabajadora pero también de delincuentes, de gente honesta pero también de corruptos; de gente agraviada con el sistema de gobierno, pero también de gente agradecida, en fin, esos son los contrastes.

Los ideales del mexicano siempre serán los ideales de cualquier humano que busca la construcción, conservación y bienestar de su familia. Una familia con buenos ingresos, salud, educación, y un clima de seguridad y protección a la vida y los bienes.

Para sostener la afirmación de que la muerte es el emblema de la inseguridad en México, sólo hay que cuestionarse lo siguiente: si tuvieras el dinero suficiente para vivir en cualquier parte del mundo ¿Qué país elegirías? ¿México?

Por otra parte, el modelo de pensamiento dicotómico de: todo va bien o todo va mal en México, sólo tensiona más la cuerda de la realidad, pongamos el foco en la forma de pensar para poder entender la forma de actuar.