Por David Uriarte /

Una cosa son las políticas públicas de la Salud Sexual y Reproductiva como parte de los programas de atención primaria de la Salud, y otra cosa es la sexualidad en cada uno de las y los políticos.

La sexualidad es implícita al ser humano, es más que un concepto o definición, es una marca impresa en los genes cuya expresión toca el ámbito íntimo y social.

Los grandes o pequeños escándalos de políticos de cualquier nivel, tienen que ver con dos temas: dinero y sexo. Curiosamente, el dinero es un vehículo que facilita la promoción más que de la sexualidad del erotismo, y el erotismo por sí mismo junto con el afecto, es la mezcla perfecta para detonar escándalos públicos y conflictos privados.

La historia reciente refiere una serie de escándalos sexuales en las figuras públicas como algunos presidentes de Estados Unidos, sin que los escándalos sean exclusivos de las grandes elites sociales o políticas. Basta tener la condición humana para exponerse a las distintas manifestaciones de la sexualidad humana a través de comportamientos sancionados o señalados por la ley, la moral y la sociedad.

La condición humana esconde la carga genética ancestral y exhibe los aprendizajes sociales que incluyen a la familia, la escuela y los medios de información públicos principalmente.

Factor importante y a veces decisivo, es la formación religiosa -que no espiritual- de las familias latinas, la influencia judeo cristiana promueve una sexualidad reproductiva escondiendo la parte hedónica o placentera de un erotismo recreativo. Esto empieza por los mitos e ignorancia relativos al autoerotismo o masturbación desde la niñez y la adolescencia.

Llegada la juventud y adultez, las potencialidades humanas se expresan de muchas formas, una de ellas el servicio y las políticas públicas, hombres y mujeres que incursionan en la política, siempre tendrán un ‘talón de Aquiles’ que será su sexualidad.

La orientación sexual, la poligamia, infidelidad, paternidades, expresiones sexuales “raras o poco frecuentes”, y cualquier comportamiento que se salga de las expectativas sociales, es motivo de estigmatización en todos, pero más en los que se dedican a la política.