
Por David Uriarte /
Las actitudes polares representan un riesgo personal y familiar cuando de fenómenos naturales se trata, tanto la actitud despreocupada como la ansiedad convertida en miedo, representan un camino seguro a la desgracia personal y familiar.
Las personas despreocupadas ante la inminencia de los fenómenos naturales , cualquiera que este sea, ponen en riesgo sus vidas y las de sus familias, parten de la idea de “no pasa nada”, y cuando pasa, forman parte de la estadística de damnificados o de víctimas, a veces mortales.
Las personas que se encuentran en el otro extremo, aquellas que, ante la información o rumor de un fenómeno natural, hacen compras de pánico, alertan a sus familiares magnificando la información, saturan los chats con mensajes de texto, de voz, o hacen llamadas desesperadas a familiares o autoridades… Estas personas son las que saturan las líneas de emergencia como el 911.
Los despreocupados tienen un patrón de inatención a los demás incluyendo su familia, incumplen con las normas, recomendaciones o avisos de las autoridades; no planean, tienen una desatención imprudente de la seguridad propia y de los demás, son irresponsables constantes, generalmente no sienten culpa o racionalizan su conducta para justificarla.
El miedo puede transforma la percepción y construir una realidad inexistente, estas personas extremadamente nerviosas pueden desembocar en la ansiedad extrema, en el ataque de pánico, presentando aumento en la frecuencia cardíaca o taquicardia, sudoración, temblores, dificultad para respirar o sensación de ahogo, dolor en el pecho; náuseas, dolor abdominal, mareo, desmayo, escalofríos, entumecimiento corporal o sensación de hormigueo; miedo a perder el control incluso miedo a morir sin causa específica.
Imaginemos una madre o un padre que en lugar de proteger a su familia cae en los extremos de la despreocupación o el miedo extremo, esto puede ser más peligroso para la vida y seguridad de ellos y su familia, que el propio fenómeno natural que los amenaza.
Un cerebro sano y una mente funcional siempre van a dimensionar la realidad como es, valoran los riesgos y actúan en consecuencia.
Las desgracias casi siempre están marcadas por conductas y actitudes despreocupadas o imprudentes, la fuerza de la naturaleza es incalculable, mejor mucha prudencia.