Por David Uriarte /

“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” dijo Arquímedes de Siracusa en el s. III a.d.C. La ‘Ley de la palanca’ establece que en cualquier palanca se cumple que el producto de la potencia “P” por la distancia de su brazo “Bp” es equivalente al producto de la resistencia “Rp” por la longitud de su brazo.

En un buen español, la ‘Ley de la palanca’ significa que por más pesado o resistente, siempre hay un punto de apoyo que rompe o supera cualquier resistencia.

La obsesión del Presidente parte de su pensamiento convertido en creencia: “el problema de México es la corrupción”, y como el sustento de la corrupción son los bienes, servicios y el dinero, entonces, la ‘Ley de la palanca’ consiste en hurgar en los procesos contables, administrativos y tributarios de todo aquel que tenga bienes, servicios o dinero.

La ‘Ley de la palanca’ pone en alerta al 10% de la población: a los que producen, a los que tributan, y por supuesto a los que evaden su contribución al fisco.

La ‘Ley de la palanca’ pone de fiesta a la población que no produce o recibe sin trabajar el fruto de la tributación fiscal de otros.

Así como el miedo o preocupación de los que tributan o pagan sus impuestos, se deriva del estado de indefensión ante los dientes de la ley y la Unidad de Inteligencia Financiera que con un sólo un ‘click’ les congela sus cuentas y los somete o sujeta a investigación; así también la alegría de los adoradores de lo fácil, se deriva del resentimiento histórico, generacional y auténtico, de una serie de agravios del poder político y económico.

La mirada magistral del Presidente -aunque a muchos no les guste- se desprende de la visión cómoda de “repartir” bajo el principio de la equidad, la igualdad, y la justicia, el producto del esfuerzo de los que trabajan, a los que no trabajan por lo menos en la misma proporción de los que si lo hacen. Como reza el adagio, “es más fácil quitarle una mazorca a súplicas a un marrano, que el dinero a un rico”, por eso, la única forma es la “Ley de la palanca”.

El Presidente primero construyó el punto de apoyo que es el alma de la ‘Ley de la palanca’, sin apoyo suficiente y estratégico, el esfuerzo es estéril y no se consigue el objetivo.