Por David Uriarte /

 

Con la leyenda de “Ayudantía” se desplazaban un grupo de mujeres cuyas actividades eran de vigilancia, protección, seguridad, defensa, auxiliares administrativas, y fotógrafas.

En el río humano donde se expresaban frases de apoyo al Presidente de México en Badiraguato, las encargadas de la seguridad personal del presidente hicieron un trabajo fino, colocadas siempre en el primer círculo, a centímetros del primer mandatario.

Las mujeres de la ayudantía no perdían mirada al menor detalle, quitaban suavemente la mano de las mujeres que apretaban o jalaban al presidente; bloqueaban la imprudencia de algunos exaltados o eufóricos cuyo objetivo era aprovechar la oportunidad de tocar al Presidente de México; recogían los documentos, cartas, expedientes y toda la evidencia de las peticiones, que por cierto, en promedio era una por cada metro recorrido.

Como escapulario en mano de un católico practicante, los devotos del presidente traían su teléfono en mano para grabar la evidencia histórica de la visita, o en el mejor de los casos, tomarse la ‘selfie’.

Muchas cosas llaman la atención en este nuevo esquema híbrido de hacer política, la euforia de los asistentes es la misma de siempre: las matracas no pueden faltar, sin embargo, las diferencias en este modelo 4T, van desde el orden de los servidores públicos que esperan cerca del templete y no siguen al presidente como si fuera procesión -aunque en la visita a Badiraguato la excepción fue Jesús Estrada Ferreiro que seguía al primer mandatario del país en el tercer círculo-, hasta el tipo de presentación menos espectacular de lo acostumbrado por el PRI.

De lejos, los ex servidores públicos de las administraciones municipales, veían el espectáculo y su colorido emocional, la expresión de sus rostros era una mezcla de añoranza del poder, admiración, soledad, y resignación.

Para sorpresa de muchos, el mito del municipio violento o el paradigma del riesgo a la vida y la integridad del presidente al visitar dos de los estados pertenecientes al triángulo dorado, se desvanecieron.

Atrás quedo el Estado Mayor Presidencial con sus atropellos de poder, hoy las mujeres ponen a prueba su habilidad de seguridad y protección.