Por David Uriarte  /

El grado de dificultad para describir aumenta cuando lo más fácil es el juicio, aumenta más cuando se trata de personas públicas, y aún más cuando es competencia en el tablero de los deseos políticos.

Dejando a un lado la vena política de Héctor Melesio Cuén, y conociendo su desempeño desde la década de los noventas del siglo pasado, se pueden afirmar dos cosas: su astucia empresarial, y su afición por el altruismo.

Lo menos que puede esperar alguien que describe las virtudes del humano, son las críticas y las réplicas de quienes opinan diferente con razón e incluso sin ella. Es decir, las virtudes humanas pueden reposar o coexistir con las debilidades terrenales.

No se trata de santidades o deidades, se trata en este caso, de un hijo del municipio de Badiraguato, municipio conocido en todo el mundo por el tema del narcotráfico y los narcotraficantes; de este punto geográfico es Héctor Melesio Cuén Ojeda.

La vida profesional, académica, empresarial, familiar y política de Héctor Melesio Cuén, está apostillada por vectores encontrados, desde las afirmaciones que aseguran que sus empresas son producto de lavado de dinero, hasta los que conocen o escudriñan los números de créditos obtenidos para el fortalecimiento de sus empresas.

Pocos saben que el químico de profesión es un médico por vocación, de ahí la raíz de su altruismo. Sólo aquellos con enfermedades graves como la insuficiencia renal crónica o el cáncer -que han buscado ayuda de Cuén- saben la nobleza de su respuesta, siempre ha sido así, ahora más al haber transitado y sentido en carne propia las amenazas del cáncer.

Curado de la enfermedad y del susto, Héctor Melesio Cuén retoma su vida empresarial y política con otra visión, una visión reforzada por el altruismo e impregnada por la motivación diaria del trabajo. Él cree, como buen badiraguatense, que las cosechas surgen después de la siembra, y todos los días esparce la semilla del trabajo comunitario.

Las cosechas no siempre son limpias, a veces se obtienen críticas, señalamientos, o traiciones, sin embargo, la identidad altruista de Cuén no cambia, de ello pueden dar cuenta miles de beneficiados por sus gestiones.