Por David Uriarte /
La política y los políticos no pueden darse el lujo de vacacionar, de hecho, los periodos vacacionales son espacios de oportunidad para la expresión política de los gobiernos, y en estos tiempos para la búsqueda de simpatías por parte de los candidatos a distintas posiciones.
Los cruceros de la ciudad, los balnearios, los principales semáforos en las carreteras rumbo a los centros turísticos… los candidatos no pierden oportunidad de mostrarse con la mejor sonrisa y siempre con algo que ofrecer, desde una fotografía, una calcomanía, o un souvenir que refuerce tres cosas: su nombre e imagen, el cargo o posición a la que aspira, y el partido o la marca que lo postula.
En estas tres variables se debate la decisión de los electores; habrá quienes se inclinen por la imagen o el antecedente de la persona, en este caso, la presencia o el equilibrio del género impone una diferencia, y aunque pase inadvertido para muchos, la presencia e imagen de la mujer levanta expectativas entre la población que antes se conformaba con la imagen de hombres donde la presencia de la mujer era la excepción.
Hombres y mujeres en igualdad de circunstancias, en igualdad de condiciones, participan por los mismos espacios, la imagen representa o despierta expectativas personales en los votantes, en teoría, las mujeres se sienten representadas por su mismo género igual que los hombres.
Llegar al gobierno o llegar a las cámaras locales o federales, es aspiración de los y las candidatas, pero también implica que en sus personas van las esperanzas de los votantes, el voto representa la voluntad de confiar en quien gobierne y quien tenga en el poder legislativo.
Puede haber como los hay, sentimientos encontrados en los votantes… habrá quien confíe en la persona, pero no en el partido que lo postula, otros al ver el espacio de su partido, verán el nombre o la imagen de una persona en la que no confían.
También aparecerán la misógina y la misandria, el odio o aversión hacia las mujeres y el odio y aversión hacia los hombres, quizá en una proporción pequeña, pero existe como una forma de pensar y creer en relación al sexo y el género.
Estas vacaciones estarán salpicadas de actividad político-electoral, serán vacaciones llenas de propaganda. Mientras la población descansa o se distrae, la clase política que busca el voto, suda la camiseta de su partido y de su ilusión.
Política sin vacaciones.