Por David Uriarte /

 

El principio de la conducta es el pensamiento. La conducta depredadora siempre busca un beneficio, el beneficio personal o familiar.

Entre el discurso de los valores, la familia, la religión, los principios, y todo aquello que toque el terreno de la ética y la moral, se vislumbra una realidad: la corrupción.

El origen de la conducta antisocial tiene un asiento en el cerebro, la persona se acostumbra a tener una forma de vida, una manera de obtener ingreso, una justificación de lo que hace aunque el precio que paga sea incluso su propia vida, salud o libertad.

Las tragedias sociales tienen raíz, tienen una génesis cuyo contexto más que complejo es histórico. La cultura de lo fácil, el aprendizaje generacional del menor esfuerzo y la mayor recompensa, la seguridad estadística e histórica de una impunidad cuya confiabilidad supera el 95 por ciento, hace de la corrupción el gen que mantiene enferma a gran parte de la sociedad.

La conducta antisocial más que asunto de gobierno es asunto personal, es tema de familia, es aprendizaje, es el humor que se despierta de lo profundo del cerebro convencido que así deben ser las cosas en una sociedad fatigada por la esperanza, cansada de esperar el bienestar reflejado en su bolsillo.

La conciencia social se activa cuando la tragedia aparece, el sentimiento de pertenencia al grupo vulnerable se despierta al ver la dimensión de una realidad aplastante y compleja, por eso, las emociones encontradas de la sociedad y la perplejidad del gobierno ante desgracias como la del municipio de Tlahuelilpan, en Hidalgo, aún no encuentran cauce social que las comprenda.

Las tomas clandestinas de los ductos de Pemex, describen por si mismas el riesgo de perder la vida o la libertad de los trabajadores de la corrupción. El ingreso obtenido por actividades ilícitas siempre estará marcado por la corrupción, la inteligencia, y el riesgo de perder la vida, la salud o la libertad.

La génesis de la corrupción también tiene que ver con la avaricia, con la búsqueda del camino fácil para la obtención de recursos, con la cultura de la impunidad, con la complicidad, y con la ignorancia.

 

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