Por David Uriarte

 

Poco a poco se ha venido deshilachando la madeja y dando luz al fenómeno mundial que representa la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República Mexicana.

Para muchos es difícil entender y mucho más difícil aceptar que los Estados Unidos representa el primer mundo, y que ser vecino de ellos significa estar vigilados. Para los americanos el tiempo corre de manera distinta, ellos no se desesperan y buscan dos cosas: la información y la oportunidad para dar los zarpazos certeros.

Los operativos fallidos prácticamente no existen en el diccionario operativo de los americanos; fueron por el terrorista Osama Bin Laden y se lo trajeron como se lo quisieron traer, lo mismo ha ocurrido con otros personajes que sembraron agravio en la identidad americana.

¿Desde cuándo espía Estados Unidos a México? Desde siempre. Los servicios de inteligencia de los americanos no son vaciladas, si no, pregúntenles a los colombianos lo que le pasó a Pablo Escobar Gaviria el 2 de diciembre de 1993.

La información de los movimientos significativos de la política en México y todo lo que se relacione con tráfico por la frontera -ya sea legal o ilegal- los ojos y los oídos silenciosos del sistema de inteligencia americano los tienen fiscalizados, incluyendo las conversaciones entre vendedores y compradores de productos, servicios o favores.

Con el acopio de información que es el activo más valioso para el gobierno americano, se inician las negociaciones. Cuando la evidencia se convierte en la moneda de cambio, los gobernantes mexicanos tienen poco margen de maniobra y no les queda más que obedecer las instrucciones del vecino del norte.

La manera técnica y científica de silenciar a cualquier gobierno son las pruebas de sus actos, la evidencia del doble discurso y la complicidad de sus intereses convertidos en dinero o bienes.

Qué sabe el gobierno americano sobre PEMEX, que sabe sobre el tráfico de indocumentados por su frontera sur, de las complicidades en el trasiego de drogas, de las deslealtades de las instituciones encargadas de la seguridad y la soberanía, el efecto dominó destapa el secreto de la llegada de AMLO al poder. Esto apenas empieza.